El nombre de Mauricio Pinilla es sinónimo de un golpe mediático cada vez que viene al país y en su segundo regreso a la Universidad de Chile no sólo atrajo los flashes fuera de la cancha, dentro de ella se lució con goles y un juego que los tiene peleando el bicampeonato del fútbol nacional.
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La tarea no era fácil porque debía reemplazar a Felipe Mora, la figura del fútbol chileno en el Clausura 2016/17, que fue clave para la consecución del título en el primer semestre, además tenía la obligación de reeditar sus actuaciones en Europa y demostrar que no venía a pasear a su país: 10 partidos jugados y siete goles en 100 minutos jugados demostraron que el goleador está de regreso a lo grande.
Pinigol es un líder innato y representa la pasión azul, siendo clave en los partidos más difíciles del equipo en el Transición. Tres dobletes hicieron delirar a Los de Abajo (frente a O’Higgins, Everton y Palestino) manteniendo el equipo en la carrera junto a Colo Colo, Unión Española, Audax Italiano y Everton por quedarse con el máximo trofeo, donde más allá de los goles su juego de espaldas al arco y pivoteando son fundamentales para el técnico Guillermo Hoyos.
Con 33 años logró la madurez pese a las lesiones y el confuso incidente que protagonizo con un camarógrafo a quien le rompió la cámara en pleno partido, eso no oscurece su gran semestre. Por eso se ganó lugar en el once ideal como el mejor delantero de los Premios El Gráfico.