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Después de un mes viviendo con tribus ancestrales, los concejos respectivos de los Tamberma y los Mentawai decidieron aceptar a los Garay y los Valdés, respectivamente. Cada familia se lleva de premio 15 millones de pesos.
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Teulaka, el jefe de los Mentawai hace su balance. “La familia llegó siendo una familia separada, que poco a poco fue demostrando que son una familia fuerte y con mucho amor, que es lo más importante para nosotros. Hemos tenido en cuenta sus puntos fuertes y débiles para tomar nuestra decisión…. y ustedes ya son Mentawai “. Los Valdés se llenan de emoción y se abrazan.
En tanto los Garay, en Africa, también son sometidos a la decisión del consejo tribal. A Mario se le reconoce su fortaleza y decisión, pero que a veces fue demasiado lejos, esto en referencia a la pela que tuvo en un entrenamiento de lucha; a Gladys que venció sus miedos, a Nicole se le reprocha que fue la que menos empeño puso, pero los aceptó y a Diego se le trata con orgullo, porque siempre se pensó que era el más débil y sin embargo fue el mejor. Finalmente el jefe Tamberma les dice “Bienvenidos a nuestra tribu”.
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Una decisión crucial que se realiza pocas horas antes del regreso a Chile, donde los esperan sus familiares y las comodidades que dejaron cuando optaron por seguir esta aventura.
Los Garay, antes de partir, dejan encargado el perrito que han cuidado todo este tiempo, con la condición que no lo maten, y Mario se sube a lo alto de una choza y deja clavada una bandera chilena como recuerdo. Por su parte los jóvenes Valdés regalan gorros y una casaca a sus amigos Mentawai y el jefe de la tribu les regala a todos los Valdés collares.
Tras el regreso a Santiago y el reencuentro con la familia y las comodidades de la vida urbana, algunos extrañan sus momentos con las tribus y ninguno de ellos se arrepiente de la experiencia. Más allá de haber perdido o ganado, todos creen que el sacrificio valió la pena y que sirvió para aprender a vivir la vida de otra manera. Un viaje que sin dudas les cambió la vida