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Pedro Ruminot es un agradecido de la vida. Han pasado casi 9 años desde que le diagnosticaron cáncer al tórax, uno de los más invasivos, y que significó para él un diagnóstico más lapidario: le quedaban 14 días de vida.
Pero las ganas de vivir lo hicieron seguir adelante y hoy, que sólo debe hacerse chequeos cada ciertos meses, Ruminot puede decir que ha vencido a la enfermedad y, por lo mismo, aceptar gustoso la invitación del Instituto del Cáncer y la Fundación Arturo López Pérez para compartir con pacientes que día a día luchan contra esta enfermedad.
«Ver la reacción de la gente y poder entregarles mi testimonio, y escucharlos también, me ayuda mucho», reconoce el comediante que quiso comenzar el año entregándole alegría a las personas que lo recibieron hoy en las dependencias de la Fundación.
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Durante su visita, el hombre que destaca entre las grandes apuestas de la próxima versión del Festival de Viña se sacó fotos e incluso tuvo tiempo para entregar palabras de aliento a quienes están pasando por lo que él vivió. En una de las salas de espera del recinto, Pedro Ruminot se paró frente a todos y les contó por qué no hay que «echarse a morir».
«No está todo perdido. A mí me dieron 14 días de vida hace 8 años y aquí sigo», comentó Ruminot cuando de pronto, desde atrás, irrumpió la voz de un paciente. «Mala hierba nunca muere», dijo el señor, generando las risas de quienes estaban en el lugar.
Tras el encuentro con los pacientes, el ex «Club de la Comedia» destacó que la oportunidad de ver a gente que «está contenta y llena de fuerzas a pesar de lo que están pasando» tiene un significado muy importante para él en este momento ya que «me sirve mucho y me llena de energías para lo que viene», principalmente para lo que será su debut en el certamen internacional de la Ciudad Jardín.
Antes de subir a la Quinta Vergara, Ruminot cumplirá con una serie de compromisos laborales como su participación en el Festival de Tal Tal, el próximo 29 de enero, ya que sobre estos escenarios probará algunos elementos de lo que presentará en Viña 2016.
«Todos los festivales o bares en donde me presento los veo como una antesala. No hago la rutina completa en ninguna parte, pero sí hago bloques y así voy probando cómo los recibe el público», señala, para luego asegurar que el espectáculo que alista para el llamado «festival de los festivales» esta casi listo.
Sobre el mismo tema, cuenta que ha trabajado de la mano de dos guionistas, más su amigo Felipe Avello que le aporta en apoyo moral y creatividad, y Alison Mandel, su esposa que lo asesora en temas escénicos. «Ella me ayuda a como pararme en el escenario, qué micrófono ocupar y todo lo escénico que es tan importante y en lo que ella se maneja tan bien», explica.
Aunque reconoce estar ansioso, pero no tan nervioso, confidencia que «me hablan de Viña y me duele la guata». Sin embargo, confía en que su paso por el certamen tendrá más de dulce que de agraz y que, posteriormente, podrá irse contento a su hasta hora postergada luna de miel.
SHOW/MN