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Javier León Soto regresó a nuestro país hace un año. De profesión cineasta, y especialista en efectos especiales, en su currículum destaca el haber trabajado durante ocho para Hollywood en películas como Thor, Iron Man 2, Insidius y Underwood, además de haber colaborado con prestigiosas agencias de publicidad en el mundo, especialmente en Estados Unidos y España.
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Conocedor de la industria desde adentro, asegura que el Oscar que ganó el cortometraje animado «Historia de un Oso», de Gabriel Osorio y Patricio Escala, marca un precedente para Chile y debiera ser «un impulso» para que las autoridades gubernamentales y la empresa privada apoyen con fuerza al cine nacional y se atrevan a financiar más proyectos de este tipo.
Cabe destacar que la producción chilena competía con el prestigioso estudio de animación Pixar 3D, que postuló «Sanjay’s Super Team» y que era uno de los favoritos para llevarse la estatuilla. A ello se suma «Prologue», de Richard Williams, prestigioso animador en «¿Quién engañó a Roger Rabbit?»; «We Can’t Live Without Cosmos», cortometraje creado por el animador ruso Konstantin Bronzit y «‘World of Tomorrow’, obra del estadounidense Don Hertzfeldt.
«Esto fue como una pelea entre David y varios Goliat», dice Javier León, quien dirige la empresa www.phoenixcreative.cl. «Es un premio al esfuerzo y perseverancia de un pequeño grupo de artistas que pudo llevar a cabo un corto y contar una historia capaz de emocionar, la cual técnicamente no tiene nada que envidiar a producciones con los presupuestos y el equipo humano de la industria», enfatiza el cineasta chileno.
– ¿Qué crees que marcó la diferencia de ‘Historia de un oso’ con los otros cuatros cortometrajes animados?
– La historia sin lugar a dudas. Tiene momentos y se nota un estilo y una decisión estética. Si bien la factura técnica es de buen nivel, desde un punto absolutamente técnico no se puede comparar con la factura de Disney Pixar o Bluesky, es como comparar a David con Goliat.
– Desde el punto de vista de la academia, ¿qué habría llamado la atención de los jueces?
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– Con la academia nunca se sabe, porque hay mucho de negocio e industria. Pero, cuando tu ves Historia de un oso, ves una historia conmovedora. Más allá del localismo o en qué esté basada la historia, es una historia de características universales, está bien contada, en el tiempo limitado que dura.
– La ausencia de diálogos, como en el cine de Chaplin, ¿crees que marcó diferencia?
– Es que el hecho que no tenga diálogos la hace más notable aún. No tener diálogos la hace más cercana y universal. Es difícil contar una historia así, muy difícil. Y más allá del contenido político, esta es una de esas historias que dejan te dejan un mensaje. Si alguien ve este cortometraje, sin importar la nacionalidad o idioma, sin tener idea de la inspiración de la película, va a entender el mensaje. La familia, y el padre que haría cualquier cosa por volver con su familia.
– ¿Crees que este primer Oscar al cine chileno podría marcar un antes y un después en la industria nacional?
– Eso espero. Sin duda este reconocimiento va a servir de inspiración para las nuevas generaciones, y sin duda abrirá el camino o al menos atraerá las miradas del mundo a lo que pasa en Chile con la animación y el arte en general.
– En la práctica, ¿cuesta mucho conseguir apoyo para hacer cine en nuestro país?
– Chile no cuenta con políticas públicas de apoyo a las industrias culturales, la empresa privada tampoco se interesa mucho, pero sobre todo el público aún no aprecia de verdad la creación nacional. En la práctica cuesta un montón hacer una película en Chile. De hecho los fondos concursables acá son muy engorrosos.
– ¿Cómo es eso?
– Tienes que hacer un curso para poder participar de uno, y finalmente muchas buenas obras quedan fuera por tecnicismos. Es como si en este país hubiese gente especializada en esto de ganar fondos. Eso debe cambiar. Es la única manera de fortalecer el cine chileno y permitir que jóvenes talentos tengan una oportunidad.
Mariana Madariaga