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21:50 horas del domingo en Lollapalooza. De acuerdo con el programa del festival, aún restan 10 minutos del show de Mumford & Sons en el Itaú Stage, pero ello no es impedimento para que un masivo éxodo hacia el contiguo escenario VTR se consolide sin marcha atrás. Tanto, que en el antes atestado show de los británicos pronto se puede llegar sin problemas a la zona delantera, copada en los minutos previos por una impenetrable multitud.
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Los responsables de la escena tienen nombre: Florence and The Machine, la banda que a partir de las 22:00 horas clausuró la sexta edición chilena del festival, ante una entusiasta audiencia de acento femenino, en la que predominaron los cintillos de flores y las rosas luminosas en alto.
Estas últimas, una forma de saludo previamente orquestado para Florence Welch, la carismática líder de un grupo que de tal tiene bastante poco. Porque, en rigor, el peso escénico y la identidad de este proyecto recaen de forma casi exclusiva en la cantante, figura llamativa y magnética.
En parte, debido a la discordancia entre la potencia y el carácter de su voz al cantar, y la inocencia y fragilidad de la misma a la hora de dirigirse al público. Y, por otro lado, por el cuadro perfectamente recreado de su estampa, con un vaporoso vestido que se encarga de hacer volar cada vez que puede, y una cabellera colorina y salvaje que sacude con sus corridas descalza.
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De ese modo fue que ejerció como frontwoman al servicio de un repertorio que oscila entre la calidez y el misterio, y que inauguró con canciones como «Ship to Wreck» y la coreada «Shake it out», abriendo un continuo que también tuvo espacio para «All you need is love», de Los Beatles.
No fue el único clásico que sonó en el epílogo. En el turno anterior, Mumford & Sons desenfundaron uno de The Kinks («You really got me»), cerrando una actuación que logró retener a la audiencia, mientras el fantasma de la también británica Welch no apareció.
Ello gracias a esa fórmula que, a punta de banjos y guitarras acústicas, parece viajar al Estados Unidos profundo, y que cuando no se electrifica es capaz de transmitir el calor de una noche alrededor de la fogata.
El cierre también tuvo electrónica
La electrónica también tuvo su punto alto en la noche del día domingo. Mientras Mumford and Sons se presentaba en el escenario Itaú, paralelamente dentro del Movistar Arena no quedaba espacio en la cancha y ni butacas libres en platea baja, para ver el show de Zeds Dead.
Las baterías violentas y a un tempo acelerado hicieron enloquecer a una audiencia masiva. Zeds Dead no solo hizo los ya clásicos guiños a sus compañeros DJs, sino que además supieron incorporar temas del inconsciente popular como «Living on a prayer» de Bon Jovi e incluso «Saria’s song» del juego Zelda, todo envuelto entre su estilo de electrónica más pesado y de cuerdas graves. A eso, se le sumaron las llamativas imágenes, videos y gráficas que complementaban sus compases, produciendo incluso hasta vértigo.
«Tequila», «Tainted love» o incluso «The wall» de los legendarios Pink Floyd, se hicieron paso entre las mezclas del dúo canadiense que hizo enloquecer y bailar hasta el cansancio a grandes y chicos.
Fueron ellos mismos, los que prepararon de mejor forma el terreno para el plato de fondo: Kaskade. El DJ nacido en Chicago, hizo cerrar las puertas del Arena al repletar sus instalaciones con un público que saltó hasta el último segundo y que corrió en masa para alcanzar su cupo dentro del recinto.
«Disarm you», «Never sleep alone» o «I remember» fueron algunas de las canciones que provocaron la euforia de los asistentes que no perdieron tiempo en levantar las manos para perderse entre las luces y mezclas del estadounidense. Las muñecas decoradas con luces, o cintillos fluorescentes, también fueron parte de la atmósfera que se vivió dentro del Movistar Arena, donde no hubo mano que no se levantara para alentar las mezclas del DJ.
A su vez, en el escenario Acer, los sudafricanos de Die Antwoord hicieron saltar a todos los asistentes con temas como «Ugly Boy», «Baby’s on fire» o «I fink U Freeky». Un show por el cual muchos apostaron, frente a lo masivo de Florence al otro lado del parque.
Así fueron los cierres para los escenario electrónicos de la edición de este festival, los cual jamás dejaron de tener en su interior y exterior a los fieles fanáticos del género.
Por Sebastián Cerda y Macarena Carrasco / PUB