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Hubo un tiempo en que el cine y la televisión eran dos negocios nítidamente diferenciados, pero la aparición de plataformas como Netflix y la falta de oportunidades en la industria del celuloide han propiciado una migración de intérpretes a la pequeña pantalla.
«La televisión es el medio más excitante ahora mismo», explicó el actor y profeta del éxodo Kiefer Sutherland en el MIPCOM de Cannes, la feria mundial del contenido audiovisual que se celebra esta semana y en la que presenta su nueva serie, «Designated Survivor».
Para el británico -nació en Londres pero su familia se mudó a California pocos meses después-, que abrió el camino al gremio en 2001 al aceptar el papel de Jack Bauer en la serie «24», la migración de intérpretes se debe a las pocas oportunidades que Hollywood ofrece.
«Cuando empecé a trabajar en Estados Unidos, había cinco estudios que hacían unas cincuenta películas cada año; ahora quedan tres, que hacen unas quince al año y para actuar en alguna de ellas, hay muchas probabilidades de que haya que ponerse mallas y capa», dijo.
Así, la polarización de la industria del celuloide, dividida en «blockbusters» (películas de gran presupuesto) y filmes de bajo coste, ha generado un flujo de talento hacia la televisión, no solo de intérpretes, sino también de guionistas y de directores como David Fincher, Paolo Sorrentino y hasta Woody Allen.
«Ya no se hacen películas como antes. Y esa ficción, esa creatividad ha sido absorbida por la televisión», declaró Sutherland.
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La ha absorbido y la ha expandido. Según la directora de ficción internacional de FremantleMedia, Sarah Doole, «los talentos cinematográficos se han dado cuenta de que la tele les proporciona un mejor lienzo para contar sus historias».
«Hay muchas historias que simplemente no pueden ser contadas en 90 o 100 minutos, y necesitan ocho o diez capítulos para desarrollarse», explicó Doole a la publicación Preview que el MIPCOM edita antes de su celebración.
A las pasiones que levanta la televisión entre el gremio cinematográfico, se suman las que además levanta entre la audiencia.
La mejora de la experiencia del telespectador es clave en la transformación del paisaje audiovisual y la estandarización de la alta definición y el sonido de calidad ha hecho posible llevarse el cine al salón de casa donde, además, si la película no gusta, siempre se puede cambiar el canal.
A esto se añade la multiplicación de la oferta, gracias a las plataformas de suscripción de vídeos en «streaming» como Netflix.
La empresa estadounidense, que empezó enviando DVD por correo, no tardó en explotar el filón de la creciente demanda al estrenar ella misma una serie, «House of Cards», que casi ha hecho olvidar que Kevin Spacey y Robin Wright fueron alguna vez estrellas de cine.
Adaptándose al nuevo contexto, muchas empresas de producción y distribución cinematográficas se han subido al carro y han creado divisiones de televisión en su organigrama, como los estudios franceses Studiocanal o Wild Bunch.
Esta sinergia influye en la forma de desarrollar los proyectos; ahora es posible esperar para decidir si de una historia se va hacer una serie o una película, puesto que de todas formas el productor escogido va a ser el mismo.
Con todo, el auge de la nueva televisión ha generado en poco tiempo una competitividad sin precedentes.
«Con 400 o 500 series nuevas en el mercado cada año, es más difícil que nunca destacar. De forma que los productores y distribuidores necesitan a los mejores actores para sus proyectos», dijo a Preview el director de contenido del grupo A+E Networks, Joel Denton.
Precisamente en Cannes, una ciudad acostumbrada a desenrollar su alfombra roja para las estrellas del cine en mayo, recibió estos días además de a Sutherland, a Freida Pinto, que presentó «Guerrilla» y a Dennis Quaid, que llegó con «Fortitude».
A ellos se sumaron, inmortalizados en los carteles de las series presentadas en esta edición, actores como Gérard Depardieu, Diane Kruger, Tom Hardy o Kirsten Dunst, además de Dustin Hoffman convertido en Giovanni de Medici, y Jude Law en sumo pontífice.
«Ya no es suficiente con hacer buena ficción, tiene que ser fantástica», subrayó Denton.
EFE