Paris Hilton prefirió la discreción antes que el escándalo, que ya es cosa de la familia de su antigua asistente. Y por esto ya no causa tanta sensación.
A pesar de tener 6,2 millones de seguidores en Instagram, lo cierto es que Paris Hilton, por lo menos en relevancia, no alcanza a su antigua asistente, Kim Kardashian, que tiene 87 mil millones. Quizás es hora de que una arregle el clóset de la otra, como en tiempos…
Porque desde “The Simple Life” y desde una década antes, Paris Hilton ya no es relevante si se habla de cultura pop, noticias o simplemente de su importancia en el show business. De un video sexual, arrestos, escándalos y una herencia que ya no le será dada (su abuelo la desheredó al enterarse de su vida licenciosa), pasó, sencillamente a ser una empresaria.
Pero ya no causa revuelo como antes.
Estuvo hace poco en México y su visita pasó sin pena ni gloria. De todas sus facetas, se dedica a vivir como siempre. Pero las Kardashian y otras figuras mediáticas les quitaron hace poco el dominio del mundo virtual. Tiene línea de bolsos, perfumes. Un emporio al que le ha dedicado tiempo y constancia. Prefiere eso a exhibirse como su antigua asistente.
Lo último que se sabe de ella
La “pionera de los reality shows” puso de moda hace años el prototipo de rubia hueca de Los Ángeles con bolso pequeño y perro incluido.
También, claro, lució con su bronceado falso toda la espantosa moda de hace una década.
Era famosa por ir a sus fiestas con Lindsay Lohan y Britney Spears, que por sus excesos también tuvieron varios reveses a lo largo de la década.
Pero Hilton seguramente se escarmentó cuando fue a la cárcel en 2007 y fue avergonzada públicamente al ir al penal (donde duró solo 45 días). También fue arrestada por posesión de drogas en 2010. Eso fue en el mundial de Sudáfrica. Su último escándalo pasó en 2013, cuando amenazó a su antigua amiga Lindsay Lohan por un amigo de esta golpear a su hermano.
Y prefirió, desde entonces, cultivar una imagen más seria.
Eso, a pesar de su enemistad con Kim Kardashian, su antigua trabajadora. Decidió, gracias a su imagen, trabajar en sus proyectos. En vender sus perfumes, sus bolsos. En promocionar cosas que si bien no alcanzarían la relevancia de la marca de Kylie Jenner, se han construido con su tesón.
De hecho, tiene varias tiendas de accesorios alrededor del mundo y en su página web vende desde uñas hasta estuches. Todo con precios accesibles.
Ser avergonzada públicamente le cambió la vida. Ahora puede darse el lujo de vivir de la fortuna que ella misma construyó, valuada en 2013 en 100 millones de dólares. Y que sigue, claro expandiendo con su nuevo perfume.