Hace cinco años Kendra Jackson sufrió un accidente automovilístico. Tras no presentar ningún problema mayúsculo y estar completamente recuperada, de la nada comenzó un goteo constante de mucosidad en su nariz.
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Esto derivaba después en un molesto dolor de cabeza, con la pérdida del olfato y con una sensación particular en la garganta, como que la tenía extremadamente salada.
Ante esto, la mujer fue a ver a un médico y este le dijo que sufría de una alergia común y corriente. Pero esta nunca se iba, debía andar para todos lados con pañuelos desechables y las molestias por culpa del dolor aumentaron al nivel que debió dejar su trabajo y de jugar con sus nietas.
Sin embargo, pese a lo extremo que llegó a ser el problema, todos los facultativos que consultó (que no fueron pocos) llegaban a la misma conclusión: todo se debía a una alergia.
Hasta que un día no aguantó más los dolores y llegó en su automóvil a duras penas a la Universidad de Nebraska, una casa de estudios famosa por su escuela de Medicina, y le dijo a la profesional que la atendió lo siguiente: «No me voy a ir hasta que descubra qué me pasa».
Christine Barnes, la facultativa que la atendió, escuchó el relato de la mujer, sobre el accidente que tuvo, todas las conclusiones de los diferentes expertos que la vieron y cómo tras probar todos los medicamentos posibles, el problema nunca se iba, sino que aumentaba.
Y lo primero que pensó la médico fue que padeciera una pérdida del fluido cerebroespinal. La derivó a otra especialista, Carla Schneider, quien le realizó una serie de exámenes y llegó al mismo resultado que su colega. Ese era el problema que tenía Jackson. Dicho fluido era el que le salía por la nariz a la paciente.
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Así que el 23 de abril un equipo conducido por Barnes y el neurocirujano Dan Surdell cerró el hueco en el interior de la cabeza de la mujer y el problema quedó solucionado. La secuela silenciosa del accidente se acabó.
El caso fue revelado hace unos días luego que la Medical Center de la Universidad de Nebraska diera a conocer el caso, el cual pudo haber terminado con una grave meningitis para Jackson, la cual ahora lleva una vida normal y sin molestias.