La isla de Svalbard en Noruega cuenta con una localidad que tiene una llamativa prohibición: allí los habitantes no se pueden morir.
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Esto acontece en Longyearbyen, ubicado entre el Polo Norte y el mencionado país europeo, pueblo que apenas tiene cerca de mil habitantes humanos, además de varios osos polares.
Allí en 1950 se creó una ley que impide a sus ciudadanos morir, contando con una razón de peso para la existencia de esta iniciativa: en ese año se descubrió que los cuerpos que estaban enterrados en el cementerio no se descomponían producto del permafrost.
De esta forma, existía una alta posibilidad de propagación de virus y enfermedad, o bien, atraer a depredadores para que coman carne humana.
En ese sentido, si una persona tiene una enfermedad grave o sufrió un accidente y está con riesgo vital, la trasladan hacia otra ciudad noruega. Ahora, si alguien fallece de forma natural, se hace exactamente lo mismo para que sea enterrada en otra localidad.
Cabe mencionar que pese a lo extraño que suena, esta no es la única zona donde existe esta prohibición ya que la localidad española de Lanjarón y los pueblos franceses de Cugnaux, Le Lavandou y Sarpourenx cuentan con esta medida producto de la escasez de espacio en los cementerios.