El estado de Bulgaria condenó a muerte a una vaca. Así es, y por muy extraño que suene, no es otra la circunstancia.
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La historia de la pobre vaca condenada, llamada por su dueño como “Penka”, comenzó en el mismo país que la está castigando: Bulgaria.
Ahí vivía el animal en un rancho hasta que a Iván Haralampiev, propietario del rancho y “padre” de la vaca, dejó la puerta abierta. Entonces en bovino comenzó su largo recorrido, que la hizo llegar hasta Serbia. No todo estaba perdido ahí, ya que a pesar de que la vaca estaba muy lejos de su hogar, fue encontrada por un granjero serbio que la identificó por la marca de la familia Haralampiev, e inmediatamente quiso ponerlos en contacto.
Sin embargo el rumiante fue detenido por las autoridades aduaneras y tras unas revisiones veterinarias, y diversos trámites, concluyeron que el animal no podía volver con su familia.
El motivo de la retención fue la “falta de documentación” de la vaca.
Según documentación que el dueño de la vaca mostró al medio mexicano El Gráfico, el animal se encontraría en excelente estado de salud. A pesar de esto las autoridades de Bulgaria no sólo no dejan que el animal vuelva a su tierra, sino que decidieron que la mejor manera de resolver el conflicto es sacrificándola.