Por al menos 500 años una figura de madera de San Jorge ha adornado la iglesia de San Miguel de la localidad de Estella, España y como era predecible el paso de los años fue dañando la obra del santo.
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Por eso es que el cura de la parroquia encargó a una voluntariosa profesora de manualidades darle una “capita de pintura” al venerado santo local, pero el resultado no fue el esperado, tanto así que ya comparan este trabajo con el recordado «Ecce Homo”.
El problema ha sido mayúsculo en la localidad e incluso el alcalde de Estella, un pueblo al suroeste de Pamplona, en la región de Navarra, ha exigido saber por qué no se consultó consejo antes de empezar el trabajo de restauración.
El problema fue que el santo quedó con la cara rosada, su audaz armadura pintada de un extraño color rojo y gris.
«Hoy, Estella no está en las noticias debido a su espectacular patrimonio histórico, artístico, arquitectónico o cultural», tuiteó el alcalde de Estella Koldo Leoz el lunes, sobre una foto del diario local titulada: «Ecce Homo de Navarra».