Cuando era una pequeña ternera de cuatro meses, «Bonnie» debió tomar una decisión. Vivía en una granja en la localidad de Holland en Nueva York cuando el patriarca de una familia falleció y esto puso fin al lugar donde nació y creció.
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Los parientes del hombre pusieron en venta a todos los animales y nuestra protagonista tendría nuevo destino. Sus nuevos dueños iban a enviar algunas vacas al matadero, por lo que el futuro de ella estaba en peligro.
Según informa el NY Daily News, justo cuando iba a ser transportada a un nuevo destino huyó de la granja, corriendo hacía el bosque. Era libre al fin.
La historia corrió por el pueblo de Holland. Los lugareños se disfrutaban las andanzas de «Bonnie», ya que las cámaras de observaban la vida silvestre mostraban de vez en cuando al animal deambulando por la zona.
Hasta que un día se dieron cuenta que no estaba sola. Unos ciervos que habitaban el bosque se encontraron con nuestra protagonista.
Se miraron con desconfianza, se olieron y se siguieron observando. Vieron que ninguno representaba peligro para el otro y que juntos podían hacer más fuerzas. Se unieron.
Las aventuras de la manada de ciervos, que eran liderados por una vaca, llamaron infinitamente más la atención de los habitantes del pueblito. Ver esto era mejor que una película Disney.
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Tal como en el «Rey León», la protagonista vivió su propio «Hakuna Matata». Pasó de ser una ternera a convertirse en propiedad en una vaca. Y tal como «Simba», «Bonnie» se hizo cargo de sus «Timón» y «Pumba».
Pero todo lo lindo debe terminar. Los cazadores y personas que recorrían la zona hicieron que finalmente el grupo se dispersara. Los ciervos, como los animales rápidos que son, huyeron por distintos lados.
«Bonnie» por su parte deambulaba por otras zonas, caminando libre pero temerosamente. En cualquier momento podía ser víctima de los hambrientos coyotes que ya en pleno invierno, buscaban comida antes que la nieve se apoderada del bosque. Mientras que los sujetos con escopetas en mano, podían no ver a nuestra protagonista como una héroe animal o como rostro de una verdadera epopeya, sino que simplemente podrían pensar que era una futura integrante de un apetitoso asado.
La vaquita caminaba lenta, perdida, con susto. Era una presa demasiado fácil. Así que cuando se encontró con un humano, pensó lo peor. Pero Becky Bartels no era una cazadora, sino que una bonachona mujer que le brindó todo su cariño y preocupación.
Se hicieron amigos, desayunaban juntos todos los días a las 06:30 horas y le daba protección. Incluso, le contó que sus amigos ciervos seguían con vida. Mientras que la naturaleza se encargo que la voz se corriera entre los animales, árboles y el viento, «Bonnie» estaba bien. Y esa buena noticia le llegó a su antigua manada, la cual fue a visitar en ocasiones a la vaquita.
Pero el invierno se puso más duro y Becky entendió que su compañera necesitaba más cuidados de lo que ella podía darle, así que se contactó con Farm Sanctuary, un organismo que presta ayuda a animales, los cuales de inmediato quisieron hacer aún más feliz la vida de nuestra heroína.
En dos ocasiones funcionarios del lugar acudieron a conocer a «Bonnie», pero ella no los conocía, así que no confiaba en ellos. Solamente dejaba que Bartels la tocara. A la tercera en cambio la sedaron, era totalmente necesario llevarla a un lugar mejor.
Y allí esta ahora, en un enorme fundo de 271 acres, con nuevas amistades. Seguramente le cuenta sus historias de supervivencia a Oprah Wingfree, la encantadora gallina que reside en el lugar. O le confiesa a Charlie, una simpática cabrita, si alguna vez cantó «Hakuna Matata» con los ciervos. Además, ya está tomando nuevamente algunas costumbres típicas de vaca, ya que hay cuatro compañeras que le recuerdan como es volver a ser una.
«Ella es brillante», confiesa Susie Coston. La directora del Refugio Nacional de Farm Sanctuary cree que «Bonnie» es «una en un millón», ya que logró sobrevivir a todo. Mientras tanto da a conocer como va el último capítulo en la historia de la ternera que creció para convertirse en el mejor animal del mundo.
«Ella está feliz ahora, y está realmente unida a otra vaca», indica. «Alexander Bean es su nuevo amigo. Es un ternero de 6 meses que ha estado con nosotros durante aproximadamente seis semanas. Comparten un bolígrafo «.
De esta forma, ahora ya no se hace cargo de una manada de ciervos, sino que de alguien que tal como ella, debió enfrentarse al mundo para poder ser feliz y libre. Quizás ahora canten «Hakuna Matata» juntas. Sería un final mejor que el de una película de Disney.