Debía ser el mejor momento de su vida, pero el nacimiento de su bebé se transformó en la peor de las tragedias cuando el médico que la trataba decapitó al pequeño al interior de de su vientre.
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Laura Gallazzi, de 24 años, tenía poco más de 25 semanas de embarazo cuando Steven, su bebé murió en el Hospital Ninewells de Dundee, En Escocia, en marzo de 2014.
Más de cuatro años después y mientras acariciaba el osito azul que guardaba las cenizas de su hijo, reveló que las horas posteriores fueron aún más terribles que el momento que supo que su hijo había muerto.
La mujer contó cómo fue escuchar un «estallido» cuando las piernas, los brazos y el torso del bebé se despegaron, dejando la cabeza dentro de su útero.
El médico tratante posteriormente la sometió a una cesárea para poder extraer la cabeza, la que fue cosida al cuerpo del bebé, para que ella pudiera despedirse.
Condena y dolor
La muerte de su hijo, según sus propias palabras, fue culpa del médico que la atendió quien decidió no hacerle una cesárea e insistir con un parto normal.
Sin embargo, tras una serie de maniobras el médico no logró sacar al bebé, cuyo cuerpo se separó en dos.
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Finalmente un tribunal médico determinó que el bebé perdió la cabeza en el parto, aunque el panel del Servicio de Tribunal de Médicos Especialistas (MTPS) dijo que había muerto antes de que esto sucediera.
La madre reveló en una entrevista radial con BBC, que reproduce el diario Daily Mail, que una vez que intentaron entregarle el cuerpo de su hijo, ella no quería recibirlo para no quedarse con la horrorosa imagen en su memoria.
Sin embargo, otra doctora le había cosido la cabeza al pequeño para que la madre pudiera pasar tiempo con su cuerpo.
«No quiero verlo, no lo traigas aquí», dijo Laura a la especialista ante lo que la médico respondió «lo he arreglado».
La madre dijo que aunque pudo mirarlo, besarlo y olerlo «no era lo mismo, no es lo mismo que debería haber sido «.