En algunas sociedades convertirse en padres es realmente difícil, ya sea por las condiciones económicas, políticas o por la falta de acceso a la salud y a los controles correspondientes del embarazo.
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Pero ahora hay una provincia China, donde además de las complicaciones de tener un hijo en uno de los países más poblados del mundo, se suma una nueva preocupación, pedirle permiso a los jefes.
La polémica decisión fue adoptada por un banco de la ciudad de Shijiazhuang, donde las funcionarias deben someterse a estrictas normas de control de natalidad si no quieren perder sus puestos de trabajo o a sus hijos.
Las funcionarias de la institución bancarias están obligadas a solicitar una autorización de sus superiores para embarazarse, la que se realiza en enero de cada año. Quienes no reciben dicho permiso, se arriesgan a complejos castigos, incluida la obligación de abortar.
El caso fue reportado en el medio Workers’ Daily, que realizó una profunda revisión de la polémica política de embarazo del banco.
Aborto o castigo
El artículo detalla el caso de una trabajadora, cuyo nombre se mantiene en reserva, a la que sus superiores le dieron dos opciones cuando quedó embarazada sin permiso: aborto o castigo.
La mujer contó que a varias de sus compañeros los superiores las hicieron pasar lo mismo, y que todas ellas decidieron hacer frente a los castigos -que podrían ir entre la reducción de su sueldo a degradación en sus cargos- para quedarse con sus hijos.
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Cabe mencionar que en China los derechos reproductivos de las mujeres están protegidos por su política de planificación familiar, la que actualmente permite que las parejas tengan dos hijos.
De acuerdo con las leyes del gigante asiático, está prohibido reducir los sueldos a las trabajadoras, bi tampoco despedirlas, si estas quedan embarazadas.