Una de las mejores cosas de la vida es comer. Y si bien es cierto que hay otras formas de conseguir máxima felicidad, el poder alimentarse es una de las situaciones que da más satisfacciones.
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Sin embargo este hecho conlleva un problema: no podemos comer solamente papas fritas, completos, empanadas, churrascos o destapar cervezas a destajo, porque además de los problemas que puede ocasionar para la salud, también ocurre una situación que a nadie le gusta, nos ponemos a engordar.
Pero hay una esperanza para todos quienes no caminamos, sino que rodamos por las calles, además de poder ir a la playa a echarnos a la arena y que no llamen a Greenpeace para que vayan a sacarnos. Esto luego que un grupo de científicos encontrara una molécula llamada BMP8b que podría poner fin para siempre al sobrepreso.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido dieron a conocer un estudio, que fue publicado por la revista Nature, en donde dan detalles de su hallazgo y de cómo este ha sido probado con éxito en ratones.
En ese sentido, existe una molécula que activaría la llamada «grasa buena». Al respecto, existen dos tipos de tejidos adiposos: la grasa blanca que es la que almacena la energía, que tiene dificultades para descomponerse y que ocasiona obesidad; mientras que la grasa parda quema las calorías para producir calor en respuesta al frío ambiental.
¿Cómo actúa la molécula?
Los científicos detectaron que esta molécula, la cual ya había sido identificada hace unos años atrás, está presente en niveles bastantes más altos en la grasa parda que en la blanca en los ratones.
En ese punto, descubrieron que aumentando la cantidad de BMP8b al someter a los roedores al frío. Mientras que al eliminar la molécula impedía que la llamada «grasa buena» lograra actuar de buena forma.
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Ante esto, decidieron experimentar qué sucedía si se aumentaban los niveles de la molécula en la grasa blanca para equipararla con la parda, obteniendo «resultados emocionantes». Esto debido a que la primera de estas grasas se convertía en la segunda, logrando que esta aumentara su actividad en los ratones, además de incrementar el número de vasos sanguíneos y de nervios en ambas grasas.
¿Es posible en humanos estos resultados?
Tres de los autores del estudio, Samuel Virtue, Antonio Vidal-Puig y Vanessa Pellegrinelli, destacaron lo relevante que puede ser este hallazgo, considerando por ejemplo que 100 gramos de esta «grasa sana» pueden quemar 3.400 calorías al día, «casi el doble de la ingesta diaria de alimentos y más que suficiente para combatir rápidamente la obesidad».
En diálogo con The Conversation, resaltaron de igual manera que cuando la grasa parda quema energía el cuerpo no se da cuenta, por lo que no es necesario o no te pide que te alimentes más en un sentido de compensación.
Sin embargo, todavía no se avisora que se pueda realizar algo similar con los humanos como se efectuó con los ratones, ya que todavía seguirán haciendo pruebas a los roedores y así determinar si la molécula podrá modificar el actuar de la grasa parda en la población.