«Di la vuelta y caminé sin mirar a ninguna parte. Y no sé porqué recordé a mi madre que siempre me decía, debes demostrar amor, debes demostrar el amor, antes de que sea tarde».
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Así concluye una sentida publicación de un usuario chileno tras reflexionar sobre un episodio que vivió con un vendedor de tostadoras en el persa Bío Bío, relato que se volvió viral.
En el escrito, el hombre cuenta que caminaba por el mencionado sector capitalino y que se negó a comprar uno de estos objetos, situación que minutos después lo hizo meditar bastante y que lo llevó finalmente a estar días pensando sobre su actuar.
«Buena lección de vida», «hermoso y emotivo relato» o «qué fuerte, quedé marcando ocupado», fueron algunos de los comentarios tras la publicación.
Mira el escrito:
«Ayer a medio día fui al sector del Persa Biobio a una peluquería que está en calle Placer atendida por un «negro bienvenido» que hace un tiempo me cortó el pelo y quedé amarrado a su estilo y buena onda… ya he ido tres veces a pesar de estar lejos… a la pasada veo en la calle a un señor que vende tostadores de pan, esos de latón, herramienta de cocina que como sabemos se usa solo en Chile… le pregunto el precio y me dice 1500… lo miro con cara inquisidora y sin decir nada sigo mi camino… mi primera reacción fue pensar que era caro… en mi mente estaba la idea de encontrar uno de esos que venden como de remate a luka… pero a poco de caminar me quedo pensando que era muy probable que esos los hacía él mismo… los vi con un latón más grueso y el mango estaba barnizado… puta que la cagué, pensé, debí haberle pagado la luka quina… más encima el señor cuando me los ofreció me miro con una cara de orgullo manufacturero… un señor ya de cuarta edad… que seguramente se hacía su platita a pesar de merecer estar disfrutando de alguna jubilación, pero él aún trabajando… y yo reaccioné como un vulgar consumidor neoliberalizado que solo busca la ganga sin importar nada de lo que está entremedio… me odié por eso… entendí que mi reacción era completamente contradictoria con mis ideas… que por unos pesos no le estaba comprando al productor directo y nacional… que muchas veces había pagado hasta tres lukas por uno de marca Ilko solo porque están a la mano en el supermercado…
Esa tarde pensé varias veces en el tema. Hoy domingo en la mañana me despierto, entro a la cocina y veo el tostador destartalado que hace rato ya cumplió su vida útil, y nuevamente me recrimino por ser tan huevón… tan despreciable, tan normal, tan contradictorio… y a pesar de que el gasto en movilización significaría que sería el tostador más caro, me propuse ir a comprarle uno, de puro shoro que soy, de puro anormal que soy…
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Llego al sector del Bío. Ubico el lugar donde el señor se ponía, le pregunto a un vecino y me dice: no, el caballero de los tostadores falleció ayer en la tarde… se lo llevaron malito a última hora… la señora de la esquina sabe más… es que estaba enfermo… ¿usted era un cliente? me pregunta… no, no alcancé a ser su cliente, le respondo.
Di la vuelta y caminé sin mirar a ninguna parte. Y no sé porqué recordé a mi madre que siempre me decía, debes demostrar amor, debes demostrar el amor, antes de que sea tarde».