Un padre y un hijo que huyeron de la guerra civil en Siria al “país más seguro del mundo” fueron enterrados el miércoles ante cientos de personas, en los primeros funerales por las víctimas de las balaceras en dos mezquitas de Nueva Zelanda que horrorizaron a una nación conocida por ser acogedora y diversa.
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El sepelio de Khalid Mustafa, de 44 años, y Hamza Mustafa, de 15, se celebró cinco días después de que un supremacista blanco asesinó de forma metódica a 50 fieles en dos mezquitas de Christchurch en una masacre que transmitió en vivo por Facebook.
El director de la escuela de secundaria donde estudiaba Hamza describió al menor como compasivo, trabajador y un excelente jinete que quería ser veterinario.
Entre los presentes en el funeral estaba el hermano pequeño de Hamza, Zaed, de 13 años, que sufrió heridas en una pierna y un brazo durante el ataque. El joven intentó ponerse en pie durante la ceremonia pero tuvo que volver a sentarse en su silla de ruedas, dijo un asistente.
«Intentamos no estrecharle la mano y no tocarle la mano o el pie, pero él se negó, quería estrechar la mano a todo el mundo, quería mostrarles a todos que los apreciaba. Y eso es increíble”, señaló Jamil El-Biza, quien viajó desde Australia para asistir al funeral.
La familia Mustafa se mudó a Nueva Zelanda el año pasado tras seis como refugiados en Jordania. La madre, Salwa, dijo a Radio Nueva Zelanda que cuando preguntaron por su destino, le dijeron que era «el país más seguro del mundo, el país más maravilloso al que pueden ir… comenzarán una vida maravillosa allí”.
“Pero no lo fue”, agregó.
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La primera ministra, Jacinda Ardern, dijo que la familia debía haber estado a salvo. «No puedo decir lo grave que es saber que una familia vino aquí por seguridad y refugio”, agregó.
Los parientes de las víctimas esperaban ansiosas saber cuándo podrán enterrar a sus seres queridos. El comisionado de la policía nacional, Mike Bush, dijo que hasta ahora se han identificado y entregado los restos de 21 fallecidos. Según la tradición islámica, los cuerpos deben limpiarse y sepultarse lo antes posible.
Por la tarde habrá cuatro entierros más, los de Junaid Ismail, Ashraf Ali y Lilik Abdul Hamid y una cuarta víctima cuyo nombre se omitió por orden judicial.
Los funerales empezaron poco después del renovado llamado de Ardern para que se hable de las víctimas en lugar de del hombre que las mató.
También el miércoles, un juez decretó que hombre acusado de compartir videos de la masacre ingrese en prisión hasta su próxima comparecencia ante un tribunal a mediados de abril. Y Bush señaló que cree que la policía detuvo al agresor cuando se dirigía a cometer un tercer ataque.
La petición de Ardern para no dar notoriedad al tirador se produjo tras su decisión de representarse a sí mismo ante el tribunal, elevando el temor a que use el juicio como plataforma para sus ideas racistas.
Durante una visita a la escuela secundaria a la que asistían Hamza y otra de las víctimas _ Sayyad Milne, de 14 años _ el miércoles, Ardern repitió su demanda y pidió a los alumnos que no dijesen el hombre del agresor ni se parasen a pensar en él.
«Cuídense los unos a los otros, pero dejen también que Nueva Zelanda sea un lugar donde no hay tolerancia al racismo”, dijo a los estudiantes de la Escuela Secundaria Cashmere. «Eso es algo que todo podemos hacer”.
Alrededor de 30 heridos seguían hospitalizados el martes en la noche, de los cuales unos 10 estaban en estado crítico, incluyendo una niña de cuatro años.
La primera ministra anunció que la reforma de la ley de armas del país se presentará la próxima semana y que se investigarán los fallos de los servicios de inteligencia y seguridad para detectar el riesgo que suponía el agresor o sus planes.