En la gran mayoría de las películas de Hollywood, siempre que aparecen extraterrestres, éstos nos vienen a exterminar. Pasa en el «Día de la Independencia», «Marcianos al ataque» o «Señales», por nombrar algunas.
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Y pese a que Will Smith nos salvó en la primera de ellas, hay muchas personas que siguen temiendo a una eventual llegada de seres de otro planeta a nuestra vida, pese a que todavía no hay indicios que demuestren que efectivamente hay aliens en otros lugares del universo con planes malvados contra la humanidad.
Sin embargo el astrofísico de la Universidad de Keele, Jacco van Loon, también cree que los extraterrestres pueden ser los malos de la película. E incluso, estima que ya es posible que vengan hacia la Tierra.
Según informa el diario inglés Metro, el experto afirma que seguramente ya expusimos nuestra ubicación a seres de otros planeta por culpa de la contaminación lumínica.
En un artículo para The Conversation, el científico expresó que «las imágenes de la Tierra en la noche revelan nuestra presencia de manera espectacular. Las ciudades y los caminos delinean los contornos de los continentes, mientras que las plataformas petroleras salpican los mares y los barcos dibujan líneas a través del océano. Este tipo de luz, que ha reemplazado a las fuentes incandescentes más antiguas, no es natural. Desde las lámparas de sodio naranja o mercurio azulado hasta los diodos emisores de luz blanca (LED), el origen artificial de este «espectro» debería ser fácil de detectar para los extraterrestres tecnológicamente avanzados».
«En las próximas décadas, las agencias espaciales de la Tierra pueden estar desarrollando los medios para detectar dicha luz artificial de los planetas alrededor de otras estrellas. Pero podemos fallar, si los extraterrestres creen que lo más inteligente es quedarse callado y permanecer en la oscuridad. Nosotros, por otro lado, es posible que ya se nos haya visto y que ya estén en camino. Esto plantea la pregunta: ¿debemos atenuar nuestras luces antes de que sea demasiado tarde? «, se cuestiona.
«Desde el primer uso de lámparas eléctricas en el siglo XIX, la sociedad no ha mirado hacia atrás. Las casas y las calles están iluminadas a todas horas para que las personas puedan dedicarse a sus asuntos cuando una vez estuvieron dormidos. Además de los beneficios obvios para las sociedades y la economía, existe una creciente conciencia del impacto negativo de la luz artificial. Se ha culpado a la contaminación lumínica por desperdiciar energía, alterar el comportamiento de la vida silvestre y dañar la salud mental. Sin embargo, un aspecto ha evitado ser el centro de atención. A saber, esa luz no solo permite ver, sino también que nos vean. Esto podría atraer atención no deseada, y no solo de las polillas», explica.
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En ese punto, recalca que existe una pregunta que comúnmente se han planteado los humanos: «¿Existen civilizaciones en planetas que no sean la Tierra?».
Al respecto, destaca que «como los científicos tienden a ser impacientes, se ha hecho un mayor esfuerzo para buscar en el espacio las señales transmitidas por civilizaciones extraterrestres. A medida que se descubren más y más planetas alrededor de otras estrellas, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, a menudo abreviada como SETI, se está volviendo más relevante, mejor informada y con mejores recursos».
El astrofísico analiza que «a pesar de la inmensidad y el vacío del espacio, los científicos han comenzado a preguntarse por qué todavía no hemos tenido noticias de los extraterrestres. Este rompecabezas se conoce como la paradoja de Fermi, que lleva el nombre del físico Enrico Fermi. Entre las muchas soluciones propuestas para este problema, una realmente nos lleva a la Tierra: ‘los extraterrestres podrían tener miedo de otros extraterrestres'».
«Si bien es tentador, muchos científicos ahora están de acuerdo en que enviar mensajes al espacio sin saber quién podría interceptarlos podría no ser una buena idea. Una vez enviado, no se puede deshacer. A diferencia de una publicación en las redes sociales, no se puede eliminar. Escuchar es mucho más seguro. Pero la comunicación de radio entre nosotros, que incluye navegación, transmisiones de televisión e Internet, también podría detectarse desde el espacio», agrega.
De igual manera, indica que «después de todo, las ondas de radio que no se capturan continúan viajando, arriba y lejos de la Tierra hacia el espacio profundo. Sin querer, ya hemos sido observados por una especie divertida, aterrorizada o ‘interesada’, que puede decidir reunirse con nosotros para ‘estrecharnos la mano’, o venir a esclavizarnos, comernos o destruirnos como precaución».
Por último, el científico al menos da una buena noticia al afirmar que «afortunadamente, la Tierra se ha vuelto mucho más silenciosa, gracias a una señalización más dirigida y cables de fibra que reemplazan la transmisión aérea. Es posible que no nos salvemos de nuestra imprudencia pasada. Pero una nueva baliza está iluminando».