Aún recuerdo a mí mamá diciendo «no te paras de la mesa si no te comes todo el tomate que tienes en el plato». Y aunque en esos años, odiaba sus retos, ahora lo agradezco, especialmente después de conocer la historia de un joven inglés de 19 años que perdió de forma permanente la vista y la audición, por culpa de su dieta poco saludable.
PUBLICIDAD
El increíble caso médico, que dejó al adolescente de Bristol con daños irreversibles en su nervio óptico -condición conocida como neuropatía óptica nutricional- y la pérdida completa de la audición, se produjo según los especialistas por haberse alimentado durante la última década de comida chatarra y ultraprocesada.
Eso sí, el daño del joven no está asociado a los malos hábitos alimenticios de su entorno familiar, si no a un desorden conocido como Trastorno de la Ingesta de la Alimentación Selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés), que se asocia con el temor a consumir algunos alimentos.
Patología siquiátrica
Este tipo de trastornos se presenta habitualmente entre niños y adolescentes, los que sienten terror ante la posibilidad de consumir algunos alimentos. Es por ello que sus dietas son deficientes desde el punto de vista nutricional, con los efectos adversos que esto supone.
Cabe mencionar que la ARFID es considerada una patología siquiátrica tan peligrosa como la anorexia y la bulimia, pero muchos padres se demoran en buscar ayuda frente al trastorno porque consideran que es una «pataleta» de sus hijos.
De acuerdo con la información que recoge el diario inglés The Independent, la familia ha luchado por años con el trastorno del joven, sin resultados positivos.
“Los problemas empezaron cuando descubrimos que regresaba del colegio con el almuerzo sin tocar”, contó la madre.“Le hacía sandwiches y añadía fruta, pero no tocaba nada de ello. En lugar de ello solo comía patatas fritas, salchichas, carne procesada y pan blanco”, agregó.
PUBLICIDAD
Los médicos detallaron que el joven empezó a presentar problemas cuando cumplió 7 años, los que se fueron empeorando cuando cumplió 14, año en que empezó a perder la audición.
Cinco años después perdió la visión de manera total y aunque ahora logren cambiar sus hábitos alimenticios, el daño ya es irreparable.