Una dura batalla judicial y un final feliz. Así se puede resumir la historia de Maurice, un gallo francés de 4 años que ganó en la corte el pleito con sus vecinos, quienes enojados lo demandaron porque el animal no paraba de despertarlos con su canto.
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La demanda fue presentada por una pareja de jubilados, que viajan a vacacionar a la isla de Oleron, frente a la costa atlántica de Francia, donde vive Maurice con su dueña Corinne Fessau.
El abogado de la pareja argumentó en la corte que sólo lo hicieron porque «simplemente quieren paz y tranquilidad cuando vienen de vacaciones».
A pesar de ello, la justicia falló a favor del animal, quien podrá seguir cantando todo lo que quiera, hasta sus últimos días y nadie podrá silenciarlo.
El colmo de la intolerancia
El caso del gallo abrió un fuerte debate en Francia, respecto de las quejas de los habitantes de las ciudades que se instalan en localidades rurales, y luego reclaman por los ruidos tradicionales de esos lugares, como las vacas, los gallos y las campanas de las iglesias.
Luego del triunfo, la dueña de Maurice aseguró que el fallo demuestra que «Maurice ha ganado una batalla por toda Francia».
«¿Por qué no deberíamos tener una ley para proteger todos los sonidos rurales?», agregó en la declaración que reproduce el diario inglés The Independent.
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El abogado de los demandantes había asegurado que Maurice era responsable de una severa «contaminación acústica», lo que generó la respuesta posterior del alcalde de Oleron quien sostuvo que la presentación judicial «es el colmo de la intolerancia: hay que aceptar las tradiciones locales»
Además de permitir al gallo seguir su labor de despertar a los enojados vecinos, la corte estableció que los demandantes paguen a la dueña de Maurice € 1,000 -cerca de 800 mil pesos chilenos-en concepto de daños.