No hay acuerdo acerca de si esta es una buena o una mala noticia o ambas. Es que luego de la detección de un «bolsón» de gas bajo las costas de Japón, los investigadores están preocupados respecto de su se puede transformar en una reserva de energía realmente importante para el mundo, o una bomba de tiempo que podría dañar aún más nuestro planeta.
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Lo cierto, es que geólogos de la Universidad de Kyushun, en Japón, confirmaron la presencia de una misteriosa bolsa de gas en el fondo del mar del este de China.
La detección fue realizada gracias a ondas de presión sísmica, las que mostraron la enorme acumulación de gases. «Las ondas de presión sísmica generalmente viajan más lentamente a través de los gases que a través de los sólidos», explicó sobre el hallazgo, el coautor del estudio, Andri Hendriyana.
Por ahora, los investigadores suponen que el gas presente en el bolsón podría ser metano o dióxido de carbono y que se produjo debido al magma que se eleva desde las profundidades de la Tierra.
Alerta o tranquilidad
La preocupación de los investigadores dice relación con la posibilidad de que el bolsón se transforme en una bomba de tiempo. Es decir, que se reviente y su contenido se vierta a la atmósfera contribuyendo al efecto invernadero, provocando cambios climáticos súbitos.
En la misma línea, el equipo cree que probablemente el reservorio no esté solo y existan otros ocultos, similares, en las cercanías del recientemente detectado y en otras partes del mundo.
Sobre la detección, los investigadores lograron mapear secciones transversal del material bajo el fondo del mar, gracias a una técnica computacional especial.
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«En este caso, encontramos bolsillos de baja velocidad a lo largo del eje de separación cerca de Iheya North Knoll en el medio del valle de Okinawa, lo que indica áreas llenas de gas», agregó el doctor Hendriyana, según reproduce el portal inglés Daily Mail.
Los ejes de ruptura, a los que se refiere Hendriyana, son los puntos donde las placas tectónicas de la Tierra se separan lentamente por la llamada deriva continental, permitiendo que el magma caliente se filtre desde el manto de abajo.