El primer toro muerto fue localizado en una barranca boscosa del este de Oregon en Estados Unidos. No había indicios de que le hubieran disparado, de que hubiera sido atacado por depredadores o que hubiera comido plantas venenosas.
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El animal no tenía sus genitales ni su lengua. Ni un solo rastro de sangre.
En los días subsiguientes, se encontraron otros cuatro ejemplares de raza Hereford en un radio de 2,5 kilómetros, y todos en las mismas condiciones. No había huellas ni rastros alrededor de los cadáveres.
Agencias policiacas y de gestión de ranchos sospechan que alguien mató a los toros. A los trabajadores de los ranchos se les ha aconsejado que viajen siempre acompañados y armados.
Desde el momento en que se descubrieron los restos en un periodo de varios días de julio pasado, el agente del Departamento de Policía del condado de Harney, Dan Jenkins, ha recibido varias llamadas y correos electrónicos de personas que especulan sobre qué, o quién, podría ser responsable.
Las teorías van desde carroñeros, como escarabajos que se alimentan de carne en descomposición, a personas que atacan al ganado para perjudicar a los rancheros.
Jenkins, quien encabeza la investigación en la que también participa la policía estatal, se ha topado con pared en varias ocasiones y no tiene un solo testigo.
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“Si alguien cuenta con información concreta o sabe de algunos casos que se hayan resuelto en el pasado, sin duda sería de ayuda”, declaró.
Colby Marshall, vicepresidenta de Silvies Valley Ranch, propietaria de los toros, tienen otra teoría: “Pensamos que algún tipo de culto es el que comete estos delitos”.
El caso es similar a las mutilaciones de ganado que afectaron a zonas rurales del oeste y la región centro-norte de Estados Unidos en la década de 1970. Miles de cabezas de ganado, de Minnesota a Nuevo México, fueron encontradas sin vida. Les faltaban los genitales y, en ocasiones, incluso la cara.
Los ganaderos comenzaron a portar armas. Algunos dijeron que se habían escuchado helicópteros sobrevolando las zonas en donde se encontraban los restos. Una agencia federal canceló la realización de un inventario de sus tierras en Colorado, por temor a que el helicóptero que se usaba para ello fuera derribado.
Un par de senadores federales pidió al FBI a que abriera una investigación, de acuerdo con documentos del Buró. Después de indicar que carecía de jurisdicción, el FBI accedió a involucrarse en los casos en tierras tribales. Pero ya no hubo más mutilaciones.
El exagente del FBI Kenneth Rommel, quien encabezó la investigación, dijo que todo indicaba que se trataba de depredadores comunes.
Desde entonces, ha habido casos esporádicos. En la década de 1980, se encontraron restos mutilados de unas cuantas vacas en el este de Oregon. Recientemente, hubo casos similares en un rancho de Flagstaff, Arizona.
Se pueden atribuir algunas de las mutilaciones a causas naturales. Un animal cae muerto, la sangre se acumula en el fondo del cadáver, se inflama y la piel se seca y se parte. Los desgarres a menudo parecen quirúrgicos. Escarabajos carroñeros, aves y otros carroñeros se concentran en los tejidos más blandos.
Dave Bohnert, director del Centro de Investigación Agrícola del Este de Oregon para la Universidad Estatal de Oregon en Burns, dijo que cree que fueron personas las que mataron a los toros, debido a que no había indicios de depredadores ni de envenenamiento por plantas tóxicas.
Sin embargo, el estado señala que las muertes se le pueden atribuir a la naturaleza, indicó Bohnert, quien oficialmente no es parte de la investigación.
Si fueron personas las que mataron a los toros, el motivo podría ser perjudicar financieramente al rancho, comentó Bohnert. Resaltó que los sementales llegan a costar miles de dólares y que los más de 100 becerros que son capaces de engendrar cada uno de ellos, colectivamente, valen mucho más.