«El perro chileno atacante de policías que se convirtió en un símbolo mundial de protesta». Así se titula el artículo de la revista estadounidense de arte «Hyperallergic», dedicada al perro do color negro y bandana roja que acompañó por años a los estudiantes en las manifestaciones.
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El reconocido «Negro Matapacos» es el centro del artículo que lo eleva como un «símbolo mundial de protesta» y que detalla como llegó a ocupar el sitial que hoy ostenta.
«Las calles de Santiago vuelven a vivir con el espíritu de la revolución. Desde hace semanas, los chilenos de clase trabajadora han ocupado monumentos nacionales, bloqueado grandes intersecciones y incendiado vagones de metro en protesta por la desigualdad generalizada. Desean una reforma completa, una solicitud tan larga en proceso que prácticamente es tradición. La tambaleante elite política del país ofrece medidas a medias mientras despacha a la policía antidisturbios y al ejército. No obstante, los manifestantes se mantienen firmes, aprovechando la energía bruta de los movimientos anteriores», comienza el texto.
«La imagen de un perro negro con un pañuelo rojo aparece en las multitudes y en las redes sociales, conmemorando la valentía de un callejero que una vez marchó con alborotadores y los defendió de las autoridades. Este rebelde canino, llamado Negro Matapacos (o «Black Cop-Killer»), ganó popularidad durante las manifestaciones estudiantiles de 2011-2013″, agrega el texto.
El legado sale al mundo
En el mismo artículo, en el que se cuenta cómo el animal se ha transformado en una especie de «santo», se detalla en que contexto el legado del animal se transformó en mundial.
«El legado del negro Matapacos se expande claramente más allá de Chile. La semana pasada, aparecieron calcomanías de la ilustración de Perrito en el centro de Brooklyn, cuando cientos de manifestantes saltaron con torniquetes para oponerse a la brutalidad policial», relata.
«La representación de un artista mexicano de Matapacos en los Estados Unidos muestra que la solidaridad es transnacional y que cualquier ciudad podría convertirse en el próximo Santiago», concluye.
