El plan era simple: Caroline Knight viajaría del Reino Unido a la selva amazónica de Perú a dar unas clases de yoga junto a un grupo de colegas. Estaría 10 días internada en la selva y después retornaría a Londres donde vivía.
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Esto era en papel, porque la realidad fue muy diferente. En un caserío a unos 100 kilómetros de Puerto Maldonado, Caroline, de 33 años, conoció a un joven lugareño llamado Rómulo de 19 años, quien se dedicaba al cultivo de cacao, y la mujer quedó perdidamente enamorada, al punto que dejó al grupo de profesores de yoga y quedó con el muchacho.
En realidad, Knight no solo abandonó su corto viaja al Amazonas, sino que dejó todo por quedarse a vivir con su joven amor. Ahora la pareja se construyó una cabaña donde viven alejados de toda civlización, sin luz ni agua potable, muy distinto a Oxford, donde Caroline se crió, o al barrio de Stoke Newington, en Londres, donde vivía antes de dejar todo por Rómulo.
“Con compañeros británicos vine a un campamento, pensé quedarme diez días, pero encontré el amor y han pasado 326 días y un encierro”, escribió Knight.
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Todo por amor
La joven narra que el calor de la selva, los insectos o el trabajo de sol a sol son factores que no tienen importancia si puedo “despertar a su lado cada mañana”, más los aullidos de los manos, “hace que todo valga la pena”.
Sobre su amor, Caroline dice que se trata de un joven callado, que no tiene celular, que es muy cariñoso y sobre todo muy trabajador. Respecto al idioma, Knight asegura que Rómulo no sabe inglés, pero que con el español que ella maneja es suficiente para comunicarse sin problemas.
Ahora los desafíos de Caroline es presentarle a Rómulo a su familia y ver la posibilidad de comercializar el cacao de producen en el Reino Unido.
