Tacómetro

El Pájaro de fuego inmortal

Nuestra máquina del tiempo se detuvo en el momento cuando nace el Pontiac Firebird. Un musculoso que sigue impactando con la impronta de su bella bravura y poder, bien americano

En mi humilde opinión, hay pocos autos cuya denominación sea tan marketera, agresiva y atractiva como el Pontiac Firebird. En 1967 la filial Pontiac de GM lanza al mercado este llamativo musculoso que compartía plataforma con otro enconado deportivo americano, el Chevrolet Camaro, el cual había sido presentado sólo seis meses antes. Por esos años todo giraba en torno a la potencia, a grandes motorizaciones, a caucho quemado y a la posibilidad de transitar velozmente por las arterias del sueño americano. ¿Qué mejor que cumplir ese anhelo sobre las alas de un pájaro de fuego?

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El comercial de televisión del momento planteaba que “los pumas son bonitos y los caballos son simpáticos… Pero los pájaros de fuego son diferentes, ¡compruébalo hoy!”. Los musculosos de estirpe de fines de los sesenta compartían lineamientos básicos, un largo capot, motorizaciones que no bajaban de los 8 cilindros, neumáticos anchos y un sonido ronco y seductor. El Firebird cumplía de sobremanera lo anterior y, por lo tanto, era una alternativa sumamente competitiva a los afamados Chevrolet Camaro, Ford Mustang o Dodge Charger.

 

Pontiac en general se distinguió por concebir modelos con ADN deportivo pero a un precio razonable. En el caso del Firebird, su frontal de diseño muy cercano al GTO proyectaba un modelo con gran personalidad y alta autoestima. A su vez, las tomas de aire en su capot potenciaban la deportividad del modelo y su estilizada cola lo hacía lucir liviano y ágil. La oferta del Firebird partía en la modesta versión 230 I6 de 6 cilindros y 165 caballos.

 

Le seguía otra versión de 6 cilindros, la 230 I6 4-bbl, con carburador deportivo que lograba 215 caballos. Las opciones de 8 cilindros partían con la 326 V8 de atractivos 250 hp, pasando a una 326 V8 HO (High Output) de 285 caballos de potencia y llegando a una versión tope de línea, la 400 V8 con un motor que entregaba 325 caballos, probado de sobra en el ya existente Pontiac GTO. Todas las versiones de 8 cilindros montaban una caja manual de 3 velocidades, sin embargo, opcionalmente se ofrecía una versión manual de 4 velocidades o una transmisión automática de 2 velocidades.

 

La versión 400 V8 lograba las 60 millas/hora en 6,2 segundos. Si consideramos que es un auto producido en 1967, el registro no deja de sorprender. El primer año del Firebird fue auspicioso y sus ventas globales fueron más de 82.000 unidades. Al año siguiente el modelo no sufrió cambios estéticos pero todas sus motorizaciones incrementaron su potencia. La versión 400/335 ahora registraba 5,5 segundos en el rango 0-60 millas y las ventas también tuvieron una positiva respuesta (107 mil unidades).

 

EL DE TARANTINO

En 1969 se aplican cambios concretos en el diseño. Los focos quedan fuera de la parrilla metálica característica del Firebird. El modelo crece en tamaño y tiende a estilizar sus líneas. Pese a tener nuevos incrementos de potencia, los cambios visuales no fueron bien recibidos y las ventas cayeron por primera vez llegando sólo a 87.000 unidades. Ya en la década 70 los musculosos sufren protagónicamente la crisis del petróleo. Sin embargo, en el caso del Firebird, se mantuvo fiel a sus orígenes deportivos e hizo caso omiso a la escasez de petróleo reinante. ¿Por qué afirmo esto? Porque sus motorizaciones en la primera mitad de la década 70 estaban entre 6.6 y 7.5 litros. Definitivamente, la economía no era tema.

 

Estéticamente las primeras versiones setenteras presentaban cambios importantes. Apareció un spoiler trasero y desapareció el frontal cromado. Por su parte, el modelo se rebajó en altura, quedando con un centro de gravedad inferior que otorgaba beneficios de agarre y estabilidad. En 1977 aparece una nueva versión con un cambio relevante. Los dos focos redondos daban paso a cuatro focos rectangulares con un frontal de aspecto aguileño.

 

En gloria y majestad podemos recordar aquel modelo de color negro de llantas doradas y con un águila dorada en su capot. El Firebird Trans Am de color negro es un verdadero clásico americano. Por algo lo habrá elegido Quentin Tarantino para ponerlo en Kill Bill 2, en manos de la malévola y tuerta Elle Driver, personificado por la atractiva Daryl Hannah.

 

En los años 80, específicamente desde la versión de 1982, el Firebird sufre nuevos cambios que, a mi juicio, hicieron perder prestancia y agresividad al modelo. Sus focos se escondieron bajo un extenso pero poco agraciado capot de línea aerodinámica. Pese a esta apreciación personal el Firebird mantuvo su éxito apoyado en la popularidad de KITT (Knight Industries Two Thousand), el co-protagonista de Knight Rider (serie conocida como “El Auto Fantástico” en nuestro país).

 

Las versiones posteriores privilegiaron nuevamente la aerodinámica, alejándose más aún del frontal agresivo que identificó por mucho años al Firebird. Las ventas declinaron y se fue haciendo patente que los años dorados de este musculoso ya habían pasado. Pese a lo anterior, las malas decisiones estéticas no aplacan la fama e idolatría de este gran musculoso. Un gran Auto con Historia.

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