AUTOTEST: El poder de la Santa Fe según San 3.3

Probamos la versión más poderosa de la gama del SUV de Hyundai, la tercera generación que inicia un reinado marcado por un fuerte y aplaudido acento estético, aerodinámico y tecnológico.

Te marca saber que cuentas con un 3.3 litros y 270 HP para mover una estructura que llega a las 2,5 toneladas. Se anticipa que habrá brío y fuerza en el empuje inicial y cuando lo constatas te quedas con la idea de que era menos de lo que imaginabas porque el auto es grande y algo macizo. Claro porque la Santa fe más equipada y más potente sabe sacudirse con destreza si partimos desde cero y una aceleración con ímpetu irá ganando pantallas y transmitiéndonos una idea de auto veloz, maniobrable, seguro de llevar pese a la prisa.
Esto lleva a tener un vehículo muy capaz en la ciudad que si lo llevamos a la soltura de una autopista despejada notaremos algunos aspectos interesantes sobre sus modos de ruta: precisamente la tenida ruta es buena, la suspensión es algo firme pero en giros asumidos con velocidad alta o brusquedad inconsciente se nota algún grado de inclinación, aunque jamás molesta o que perjudique la confianza comunicada a quien maneja.
Además, en la carretera poseo una dirección con bastante asistencia, lo cual le resta precisión. Me hubiese gustado mayor dureza en el tacto de la dirección a modo de estar más enterado de lo que va a pasando en el asfalto por el que transito. Quién sabe si esto que echo de menos hubiese significado pérdida de confortabilidad, aspecto que es uno de los puntos altos del auto en su andar. Está claro, no obstante, que el nuevo Santa Fe llega con una suspensión más rígida que la que había en la generación precedente.
El ruido del motor pareciera que se fuese aislando conforme sumamos minutos al viaje. Así, el rumor de su faena, en todo caso, llega a un punto en el cual desaparece.
Es allí donde asoma quizás la nota más exquisita del auto y que su placentero andar, aun cuando pisemos firme sobre el acelerador y obtengamos con prontitud una entrega de potencia tan sedosa como importante.
En su habitáculo la sensación de espacio es grande y por cierto real. Tenemos acá una habitabilidad firmada con la rúbrica del buen gusto y la precisión en terminaciones y calidad de los acabados. El techo se cuadra con el aspecto de la luminosidad que es generosa. Los espacios y lugares para dejar cosas tiene una presencia adecuada y útil, tomando en cuenta la vocación familiar y aclamada de este SUV coreano.
Como se trata de la versión tope de gama tiene como rasgo distintivo luces delanteras de xenón, seis airbags y el techo panorámico que les refiero y que ojalá estuviese en toda la gama.

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