Tacómetro

¿Por qué se incendió el Porsche Carrera GT en el que iba Paul Walker?

A toda velocidad siguen los ecos tras el trágico deceso de Paul Walker, el rubio de la saga Rápido y Furioso que murió cuando un amigo suyo perdió el control del Porsche Carrera GT en California.

Los más tuercas, los que dicen que por sus venas corre aceite de motor, no salen del impacto. Son los que el 2001 corrieron a ver el estreno de aquella aventura de la Universal Studios que a buena parte de Hispanoamérica se le presentara como Rápido y Furioso.
Rubio, guapo, ojos súper celestes, algo al lote y con 27 años, Paul Walker ni sospechaba que se convertiría en referente y sujeto de admiración de aquellos cinéfilos que quieren a estos filmes como a sus venerados coches de ensueño.
“Un Porsche Carrera GT no estalla así como lo hizo este del accidente. Su estanque está hecho con una aleación de kevlar y caucho con múltiples sistemas de seguridad y contención de siniestro en caso de impacto. Hay que pensar que son súper autos y todo en un coche así está trabajando al extremo siempre. Están hechos para eso. Ya se ha filtrado que al sacarlo se les advirtió que el auto no estaba ciento por ciento bien. Mi teoría es que estaba modificado para hacerlo aún más de infarto. Y la hipótesis tiene alta aceptación en el mundo de los tuercas tuercas: por la forma en que estalló y se incendió las principales sospechas apuntan al famoso NOx, el nitrometano, que se le instala a autos para sacarle una velocidad aún mayor a la que son capaces de desplegar”, explica Leonardo Pacheco, ingeniero mecánico, afamado coleccionista de publicaciones del motor y director de la revista Automóvil Panamericano.
El profesional recuerda que por algo las categorías del automovilismo federado en todo el mundo prohiben el uso del nitrometano. “He visto el video varias veces y por sus características todo sugiere uso de este compuesto más una fatídica combinación de conexiones en mal estado. El año pasado se incendiaron como cuatro Ferrari 458 Italia, pero fue otra la forma del fuego, nunca tan súbita y explosiva como la que vemos en la muerte de Paul Walker”, sostiene.
En círculos donde la modificación de los autos es el reino y religión, la opinión es una sola: el NOX explota como lo hizo el Carrera GT que se llevó a Walker y Roger Rodas, amigo, asesor financiero y conductor esa tarde del pasado 30 de noviembre.

EL AUTO

Por tratarse de un Porsche y una estrella del cine, casi tan rápido como la noticia se propagó la inevitable comparación con lo que sucedió también un 30, pero de septiembre de 1955 en Cholame, California, cuando James Dean chocó el Porsche Spyder 550 contra el Ford conducido por un estudiante y sacó boletos a la inmortalidad. Tenía 24 años y le había encargado su gato a la diva Elizabeth Taylor.
El Carrera GT, a su vez, debutó en el Salón de Ginebra de 2003 y remeció la historia del automóvil y de la propia marca por tratarse del deportivo más potente en la vida del fabricante germano de Stuttgartt: podía correr a 330 km/hora y le tomaba poco menos de diez segundos ir a 200 km/hora.
Su prohibitivo precio de lanzamiento (cerca de 400 mil euros de esos años), lo convirtieron en objeto deseado, admirado pero por muy pocos tenido: hasta tres unidades, no más, podían fabricarse de este Carrera GT al día en la planta de Leipzig, en Alemania (su motor V10 era encargado a Zeffenhausen).
En septiembre de 2005, me encontraba de viaje junto a Volkswagen en suelo germano visitando una nueva versión del Salón de Frankfurt. Como actividad anexa fuimos por carretera hasta la ciudad de Wolfsburgo, donde están las oficinas centrales del fabricante. Me pasaron un Touareg diésel V10 de inmenso poder y con el cual pude acelerar hasta 220 km/hora por las famosas autopistas autobahn. En la mitad del camino y a todo velocidad vi venir una flecha plateada, muy baja, y me pasó como si fuésemos en una carreta. Era un Carrera GT. ¿Que si corre? Más que un rápido y furioso. Brian O´Conner lo sabía.

Por Alexis Cares

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