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Por hechura, arrojo, audacia, gusto, calidad de materiales y esmero en los detalles, creo que este es el mejor Citroën que hay en el catálogo presente del fabricante francés.
El auto se las ingenia para ir convenciendo desde el contacto visual. A tanto llega la audacia del artista que puedo afirmar con toda propiedad y pruebas en la mano que si silueta y estampa corresponde a la de esos intergalácticos conceptuales, trabajos de maqueta que persiguen un propósito de impacto de los salones del automóvil pero que luego son archivados y, sin son puestos en la línea de producción, moderan buena parte de atrevimiento.
Acá no. Acá permanece el delicioso bofetazo visual que transmite el DS5. Y es un auto de producción, se vende en los concesionarios y lo probamos en Revista Autos no sin antes apuntar que es el producto más destacado que hoy ofrece el fabricante francés en su catálogo mundial y por cierto en Chile.
Pero las anécdotas perviven. Como cuando me estacioné cerca de los ricos completos de una estación de servicio en Pedro de Valdivia con Diagonal Oriente. Me doy vuelta a ver si todo estaba bien y se había montado una improvisada exhibición en torno al DS5. Tengo y necesito compartir estos impactos sociales porque son elocuentes y escapan a la aprensión que uno pudiese tener de la presencia de un auto tan especial por nuestras calles.
Pero emociones a un costado, luego se produce el contacto cercano del tercer tipo. Cuerpo a cuerpo. Instalado en la butaca, en los primeros metros de conducción, admito cierta incomodidad. No de la regia y fina butaca que le hace un guiño a lo deportivo, sino de la botonería y comandos casi tomados de una cabina de avión. Tardé en asimilar para qué es cada cosa, cada comenado. Pero créanme todo tiene que ver con una vanguardia a la cual Citroën recurre para poner en manos de sus clientes productos plenos de confort, seguridad, refinamiento. Sobre todo si pensamos en el linajudo sentido de la serie DS y de este DS5, su exponente de mejor jerarquía.
El llamado, entonces, es a explorar su catálogo y disfrutar de sus generosos apartados de equipamiento, seguridad y confort.
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AL VOLANTE
Las posibilidades de un turbodiésel con 163 caballos y un torque de 340 Nm saliendo con propiedad desde las dos mil revoluciones, demandan circuito y por eso nos fuimos directo al Centro de Manejo Avanzado de Las Vizcachas.
Sobre el asfalto, comienzo a sentir al límite los ademanes más sinceros de este hatchback de líneas futuristas. De su aceleración, conforme pero no alucinado. Mucho mejor en cuanto a ir ya en pista a velocidad alta, ya que le resulta muy sencillo mantenerla y recupera bastante bien tras la desaceleración de curvas u otras frenadas buscadas.
Es sagaz y ágil en la maniobra de zigzag de curva contra curva. Como el acelerador va en ristre y bien a fondo, no queda otra que aplaudir su soberbia calidad de frenos, los que no insinuaron agote alguno (lo apunto porque sobre el asfalto puentaltino no son pocas las veces que debemos dar un respiro a los autos de test por el tema de los frenos).
La suspensión me encantó porque está medio camino entre la confortabilidad y la rigidez, y por eso el auto sujeta tan bien logrando eliminar todo asomo de incomodidad para sus ocupantes.
Devolver un auto de estas características fue, sin duda, un momento amargo pero necesario. Ah, y un sonoro aplauso para Citroën y sus ejecutivos que con coches así deben tener claro que están jugando hace rato en las grandes ligas.