Tacómetro

Autotest New Mazda MX-5

En el centro de pruebas del CMA, en la ciudad y un viaje entre Santiago y Santa Cruz sentimos las notas y ademanes de la renovación más importante del convertible más vendido de todo el mundo.

Con sistema de audio Bose, con una capota de techo duro que abre y cierra en 12 segundos clavados. Con rediseño importante en su frontal, zona de neblineros y unas llantas de 17 pulgadas que con el paso de los días se dan maña para convertirse en el comentario aprobatorio más votado.
Cuando sigue el cuestionario social uno cuenta que tiene tracción trasera y caja manual de seis cambios. “Ah, cambia poco, está rico… ¿Motor 1.8?”, me dice un vecino “tuerca” que siempre cae redondo cuando llego a casa con estas delicias de cuatro ruedas. Bueno, claro, se quedó en el pasado mi socio. El motor creció a un 2.0 litros que da vivas notas de agilidad y sensación de adrenalina en conducción con prisa. Y lo hace por los 167 caballos que eroga, por la nota algo firme de su suspensión (ojo que sabe desmarcarse de aquella dura que suelen llevar este tipo de autos) y por el peso de 1.175 kilos.
En la cabina hay espacio para dos ocupantes y a pesar de que uno queda bien embutido tras un acceso que puede poner en problemas a tipos muy altos o con dolores de espalda, uno se siente cómodo, niño, con todos los mandos al alcance y de sello bien basado en la ergonomía. Es bajo y uno siente que va bajito y eso refuerza la identidad del auto.
La visibilidad trasera de estos convertibles bipersonales nunca me ha convencido y tampoco en este caso (en cruces también me siento haciendo harto trabajo con movimientos de cuello para mirar y ver bien). Lo que quizás sea una maña personal queda en el olvido al comenzar su manejo, al ir gestionando los cambios manuales a través de una transmisión de modos muy cortos.
Frenos y curvas. Grandes momentos del nuevo MX-5. El mérito crece porque para el programa TacometroTV junto al piloto experto José Luis Riffo le damos un trato duro y el auto se luce: por la respuesta de su mecánica, por su hechura, porque los frenos no pidieron recreo en el Centro de Manejo Avanzado y porque en los giros, definitivamente, hallamos la destreza y momento mejor logrado de su repertorio.
Se puede ir con el control de estabilidad conectado y notaremos que el auto es aplicado en corregir y a veces hasta frenar la estructura en situaciones que podríamos terminar muy de costado porque la “cola” se fue más de lo aconsejable. Bueno, en el asfalto de Las Vizcachas solté en control de estabilidad y el auto queda algo más salvaje. En una entrada a curva con velocidad algo alta y medio “pasado” terminé con la cola y las ruedas traseras fuera del asfalto, pero nada grave. Conociendo el modo sin control y el normal, recomiendo para su uso cotidiano y en la calle el modo con asistencia, porque va muy seguro y el auto no pierde su frescura y malicia que, por lo demás, supo convencer a los especialistas del medio nacional quienes en la Elección de Los Mejores de 2014 lo escogimos como el Mejor Deportivo.
Otra forma notable de vivenciarlo fue atreverse en una ruta entre Santiago y Santa Cruz. Con capota hacia el confín huaso y sin ella en el regreso al día siguiente. Sensación de libertad, muchas miradas al ver desplazarse ese rojo intenso de bellas llantas negras, sin techo, con él, de a dos, de a uno. No más. Siempre rico. Más que nunca. Qué pena ir a devolvérselo a Mazda. Felicitaciones.

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