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Todo comenzó cuando los padres de un joven chino decidieron regalarle nada más ni nada menos que un Porsche Cayman. Agradecido por el tremendo regalo que le hicieron, él se comprometió a no pedirles dinero para la bencina, por lo que ideó una forma de “ganarse la vida” bien particular.
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Este hombre tenía una importante colección de bufandas y es fanático de los vehículos potentes, entonces montó un pequeño puesto en la acera, sin permisos ni autorización, con su nueva adquisición estacionada en frente. Posteriormente, la Policia de Zhejiang, llegó al lugar y le ordenó al joven que retirara sus productos de la vía pública. En un principio, el dueño del auto alemán se negó, sin embargo, no le quedó otra que obedecer.
Fuente: autobild.es