Lo que significan las siglas de los modelos de autos

Cuando un conductor habla hoy de un GTI o un SL, está claro que se refiere a modelos de Volkswagen y Mercedes-Benz, respectivamente. Es lo ideal para las marcas, ansiosas por que dos o tres letras se vinculen de inmediato con un fabricante.

No está tan presente el hecho de que también hay modelos GTI en Peugeot o Suzuki. Volkswagen fue la primera en usar las tres letras que desde 1976 asocia a una potente versión del Golf.

Las descripciones, sin embargo, son mucho más que una sucesión de letras o números, según el diseñador de nombres Manfred Gotta. “Un buen nombre debe ser irremplazable, algo así como el alma del vehículo”, afirma. “Siempre hay muchas emociones vinculadas a un coche, casi todos hablan de su Mercedes, de su BMW”, agrega Gotta, ideólogo entre otros del nombre Astra para el modelo de Opel.

Normalmente se usan dos sistemas para describir un modelo: números y letras, como por ejemplo Audi, Citroën, BMW o Mercedes; y nombres, como hacen Toyota, Ford u Opel.

Mercedes denomina sus series desde la más pequeña A hasta la más grande S. Los siguientes números, por ejemplo 200 o 450, hacían referencia antes a la cilindrada. “Hoy en día se relacionan más con la potencia”, asegura Anja Wassertheurer, de Daimler. Un número más alto puede por ello hacer referencia a una mayor potencia, a mejores datos de emisiones de CO2 o a más cilindrada.

El motivo de que entre la Clase C y la E no haya una Clase D es puramente pragmático. “La D se asocia tradicionalmente al diesel, por ello queda fuera del orden de modelos”, explica Wassertheurer.

Similar es el concepto de BMW: desde 1972 apuesta por una nomenclatura de tres números, de los que el primero hace referencia al segmento y tamaño del modelo. Las dos siguientes informan de la motorización. Un BMW 520 i pertenece a la Serie 5. La “i” significa que es un modelo con motor de gasolina de inyección.

Luego, BMW tiene también submarcas, representadas por letras como M, i, X y Z. Mientras que la línea deportiva M existe ya desde principio de los años 70, X e I hacen referencia a series más nuevas. “La X estilizada para la permanente conexión de las cuatro ruedas en los vehículos con tracción total se usó por primera vez en 1985 en el modelo 325ix. En 1999 llegó el X5, el primero de la serie X independiente”, afirma el portavoz de BMW Kai Lichte.

Bajo la etiqueta i, BMW agrupa los modelos “innovative”, como por ejemplo el eléctrico i3.

Debido al creciente número de modelos, muchas marcas agregan a sus descripciones de dos o tres letras o números sobrenombres como Tourer, Avant o Gran Coupé para resaltar el tipo de vehículo. Esto es necesario últimamente para diferenciarse de la competencia, ya que desde hace tiempo no todas las nomenclaturas pueden protegerse legalmente.

“No puede patentarse una sola letra o cifra”, explica Gotta. Por ello, BMW tiene que vivir con que Hyundai tenga una serie i y viceversa. Tampoco es Audi el único fabricante con modelos Q, ya que también Infiniti usa la letra.

Más fácil es diferenciarse con nombre propios, ya sean reales o inventados. En el pasado, Volkswagen apostó por el deporte (Golf, Polo, Derby), por los vientos (Passat, Scirocco) y por la mitología griega (Phaeton, Eos).

Toyota apuesta por la tendencia de los nombres de fantasía. El Corolla 2007 dejó sitio al Auris, que se sitúa entre el Yaris y el Avensis. El motivo fue la unificación de modelos con el final en “is”.

La firma mantiene, sin embargo, el nombre de Corolla en algunos mercados y designaciones más funcionales como Land Cruiser, RAV4 (Recreational Active Vehical), con tracción a las cuatro ruedas, y MR2 (Midship Runabout).

“No hay una solución óptima para la designación correcta”, dice el diseñador de nombres Gotta. “Pero el cliente debería poder relacionarlo inmediatamente con el fabricante”, agrega.

Gotta señala que la duración del nombre también es importante, pues uno bueno debería sobrevivir a un modelo.

La creciente variedad, sin embargo, ha provocado que muchas marcas usen la letra “e” para los modelos eléctricos y que la “i” no se emplee sólo para los motores de inyección. La clasificación es cada vez más compleja.

En cuanto a los nombres inventados es importante que estén asociados a alguna característica del modelo. “Twingo lo relacionamos todos con algo dulce y lindo”, dice Gotta. El pequeño modelo de Renault funcionó bien desde el inicio con esa denominación. “Veloster hasta cuesta relacionarlo con un auto”, cita como ejemplo contrario el modelo de Hyundai.

Gotta cree que un ejemplo actual de mala selección del nombre es el del Opel Karl: “Una designación corta no basta. Quién quiere decirle a alguien: ¿Quieres ver mi nuevo Karl?”.

dpa dgm

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