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La construcción de los vehículos escolares comenzó en 1939 en la Universidad de Columbia cuando se homologó cómo debían ser este tipo de transportes, que hasta esa época eran para muy pocos y no estaban regulados.
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En ese año se estableció que debían cumplir con 3 características:
1. Que fueran sencillos y fáciles de reparar.
2. Que se pudiera transportar varios estudiantes en su cabina.
3. Que fuesen pintados de un color llamativo para evitar accidentes.
¿Y amarillo?
Según el portal especializado en cromáticas Colormatters el color amarillo tiene un gran espectro de visión para cualquier conductor, ya sea si este tiene problemas a la vista así como en condiciones de poca visibilidad como nieve, niebla o polvo en sectores más rurales, lo que le otorga mayor visibilidad que cualquier color en cualquier circunstancia.
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Desde ese momento es que en muchos lugares del mundo el transporte escolar tomara este color que en definitiva pretende resguardas a sus pasajeros y a los demás conductores que circulen cerca de uno de ellos.
Fuente: Atraccion360