A diferencia de países como Estados Unidos, que anunció la recuperación de empleos en el rubro automotriz, Australia va en un rumbo audaz y que sorprendió al mundo: su industria motor se termina este año.
PUBLICIDAD
La acción es totalmente planificada por las autoridades oceánicas, que dejarán de enfocarse en un modelo económico de bienes, sino que irán al de servicios. En ese aspecto, el cierre es una medida necesaria.
Este año, la compañía Holden, la única fábrica australiana de autos, cerrará sus puertas. La firma, creada en 1856, pero con su rama de vehículos funcionando desde 1908, no pudo pelear ante los autos importados, más baratos o mejor equipados que los locales, pese a ser usados por la policía de ese país y ser el favorito de los fanáticos de los motores.
Para llegar a esta medida, el gobierno del anterior primer ministro australiano Tony Abbott terminó con los subsidios a la industria en 2014, tras revisar que se gastaron unos US$ 23 mil millones entre 1997 y 2012 sin que se vieran efectos positivos en la población. El anuncio de Abbott será finalizado por su sucesor, Malcolm Turnbull, quien siguió este camino.
Aunque habrá pérdidas en la economía australiana, estimadas en unos US$ 29 mil millones, casi el 2% del PIB de ese país, y habrá un recorte de unos 200 mil empleos, la medida, aseguran entendidos, es la adecuada, considerando el impresionante récord de 26 años de Australia sin recesión.
«La fabricación de objetos llegó a su fin y el país tiene una economía que consiste en hacer cosas y ayudar a la gente«, afirmaba el experto en economía Jason Murphy.
Australia era considerado uno de los pocos países en el mundo capaz de armar autos desde cero en su territorio, pero se prefirió redistribuir esos recursos. A fines de este año se estima que se clausure la industria automotriz de ese país.
