El gobierno alemán organiza, para este miércoles 2 de agosto, una reunión de crisis sobre el futuro de los vehículos diésel, envueltos en un escándalo interminable, que hace temer por el porvenir de la toda la industria del automóvil germana, un pilar de la economía del país.
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“La reputación de los coches ‘made in Germany’ puede verse dañada y esto sería algo terrible”, declaró el domingo el ministro de Transportes, Alexander Dobrindt, al diario Bild.
“La industria del automóvil se ha colocado en una situación realmente difícil” y tiene “ahora una tremenda responsabilidad que asumir para recuperar la confianza”, añadió.
Esta reunión, en Berlín, entre poderes públicos, constructores alemanes, federaciones patronales y sindicatos sobre el futuro de este sector, tendrá lugar en un contexto europeo poco prometedor para el mismo.
Francia y Reino Unido acaban de anunciar que quieren poner fin a la venta de coches diésel a partir de 2040.
Todos los fabricantes de vehículos en Alemania, Volkswagen y sus marcas Audi y Porsche, Daimler (Mercedes-Benz), pero también Opel y el estadounidense Ford, participarán en el “foro nacional”, que se celebra dos años después del inicio del escándalo diésel de Volkswagen.
El objetivo es el de encontrar soluciones para reducir los niveles de gases contaminantes.
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Para los fabricantes, se trata -sobre todo- de evitar las prohibiciones de los vehículos diésel, con las que se amenaza en varias ciudades alemanas y preocupan a los clientes. Esta posibilidad es una pesadilla para los constructores, cuando un tercio del parque automovilístico alemán está constituido por vehículos diésel.
Además, los fabricantes alemanes, durante mucho tiempo a la cola en el sector eléctrico, cuentan con las ventas de coches con motores diésel modernos, llamados “limpios”, para conseguir respetar el reglamento europeo en materia de reducción de emisiones de CO2.
La dimensión política
El tribunal administrativo de Stuttgart, cuna de Mercedes-Benz y Porsche, ante el que acudieron grupos ecologistas, estimó el viernes que las prohibiciones de los vehículos diésel antiguos era la solución más eficaz para luchar en la ciudad contra la contaminación.
“Un golpe para los fabricantes de automóviles justo antes de la cumbre sobre el diésel”, se alegró Tobibas Austrup, de Greenpeace.
El “foro nacional sobre el diésel” se celebrará también en un contexto salpicado por la revelación de las sospechas de cártel entre los grandes constructores alemanes, que habrían, según la prensa, sentado las bases de la manipulación de las emisiones contaminantes.
Ante la celebración de las elecciones legislativas del 24 de septiembre, la cuestión enfrenta a socialdemócratas del SPD y conservadores (CDU/CSU) de la canciller Angela Merkel.
EL SPD cargó contra Merkel reprochándole su ausencia en esta cita estratégica.
“Cuando millones de motores diésel son el objeto de manipulación y que una de las industrias más grandes del país está en peligro, la canciller debería por supuesto estar presente en la reunión del diésel”, declaró un responsable del SPD, Johannes Kahrs, al diario Handelsblatt.
Merkel no prevé participar en la reunión, organizada por sus ministros especializados.
De manera general, la proximidad histórica del mundo político alemán con el sector del automóvil es criticada. Y esto implica a los dos grandes partidos: el estado región de Baja Sajonia, dirigido por los socialdemócratas, es un gran accionista de Volkswagen.
Estos vínculos con un sector, que es también uno de los mayores exportadores y empleadores del país (800.000 puestos), llevaron a los constructores a mostrar un “exceso de confianza”, lamentó esta semana la ministra de Medioambiente Barbara Hendricks.
El último capítulo del culebrón es la llamada a revisión esta semana de 22.000 vehículos diésel de Porsche, dotados de sistemas que permiten ocultar el nivel real de emisiones.
A partir de ahora, una mayoría de alemanes (53 por ciento) afirma que ya no confía en los fabricantes, según una encuesta publicada el domingo por Bild.
Los grupos implicados propusieron o anunciaron ya una mejora a su cuenta de algunos de sus vehículos diésel en circulación, a través de la actualización del software que gestiona la filtración de las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx). No es seguro que esto sea suficiente.