La industria automotriz alemana, en plena crisis del sector y convocada por el gobierno, anunció su intención de reducir las emisiones contaminantes, adaptando el programa que las controla en cinco millones de vehículos diésel, un compromiso que ya fue juzgado insuficiente.
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Los constructores fueron convocados en Berlín para una cumbre, que tenía el objetivo de hallar soluciones concretas para reducir los niveles de gases contaminantes y evitar las restricciones a la circulación de vehículos diésel, con la que amenazan varias ciudades europeas.
Una perspectiva que inquieta tanto a los cerca de 15 millones de usuarios de vehículos diésel en Alemania como a los fabricantes. Casi un tercio del parque automotor en ese país es diésel.
Antes de la rueda de prensa final, la Federación Alemana de la Industria Automotriz (VDA) se comprometió en un comunicado a llamar a revisión, a cuenta de los fabricantes, 5 millones de vehículos diésel en Alemania, con el objetivo de reducir “entre un 25 y un 30 por ciento” sus emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) con una actualización del programa.
Pero esa cifra incluye a los 2,5 millones de vehículos que ya fueron llamados a revisión estos últimos meses por el grupo Volkswagen, precisó la VDA, mientras que otros grupos automóviles alemanes hicieron lo propio con cientos de miles de vehículos diésel.
Un portavoz de la VDA declinó indicar cuántos vehículos estarían implicados en la promesa del miércoles.
Trampa y manipulación
Sin embargo, quienes defienden una modificación del equipamiento de los vehículos, más costosa, o que prohibiciones para la circulación, mencionadas por la ministra de Medio Ambiente alemana, Barbara Hendricks, criticaron la actualización como una solución de mínimos.
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La llamada a revisión “es una medida bienvenida, pero no una solución a largo plazo para la contaminación atmosférica”, lamentó el miércoles Greg Archer, de la ONG Transporte y Medio Ambiente, instando a invertir en el sector de los vehículos eléctricos en lugar de “gastar sumas considerables para hacer que el diésel sea menos sucio”.
Todos los fabricantes de coches en Alemania, Volkswagen y sus marcas Audi y Porsche, Daimler (Mercedes-Benz) pero también Opel y el estadounidense Ford, participaron en este “foro nacional” en Berlín, organizado por el gobierno dos años después de comenzado el escándalo de los motores diésel.
Volkswagen, número uno mundial del sector, reconoció entonces haber equipado 11 millones de unidades con motores diésel de un programa que accionaba un mecanismo interno para limitar las emisiones contaminantes durante los controles.
Desde entonces, la sospecha se extendió al conjunto de la industria, que es objeto de numerosas investigaciones judiciales. Los constructores franceses PSA o Renault, así como el ítaloestadounidense Fiat Chrysler también están en la mira de la justicia por engaño.
El contexto se ensombreció además con la revelación de las sospechas de cartel entre los constructores alemanes, que habrían, según el semanario Spiegel, sentado las bases para la manipulación de las emisiones contaminantes.
El gobierno alemán quiere mostrarse firme frente a los constructores, pero al mismo tiempo tiene que apoyar un sector que representa un quinto de las exportaciones del país y 800.000 empleos.
Revisión completa
Los últimos años, los fabricantes alemanes invirtieron mucho en los motores diésel ya que emiten menos dióxido de carbono que los motores de gasolina. Es por ello que la canciller Angela Merkel pide no “diabolizar al diésel”.
Pero la otra cara de la moneda de esta tecnología es que emite más óxidos de nitrógenbo (NOx) que contribuye en la ciudades a la formación del smog, responsable de enfermedades respiratorias.
De cara a las legislativas del 24 de septiembre en Alemania, el tema se convirtió en objeto de rivalidad entre socialdemócratas y conservadores.
El aspirante a suceder a Merkel por la izquierda alemana, Martin Schulz, estimó “insoportable” la ausencia el miércoles en esta reunión de la canciller, que se encuentra de vacaciones.
Pero para Stefan Bratzel, experto del sector y director del Center of Automotive Management, la responsabilidad de la crisis es ampliamente compartida.
Los fabricantes maniobraron mintiendo sobre las emisiones, pero fue “con la aprobación silenciosa de las instancias políticas” de todo el arco político, estimó Bratzel. Es por lo tanto necesaria una “revisión completa” de las relaciones entre la industria y los poderes públicos, añadió.
Los constructores alemanes cuentan en los coches con motores diésel modernos, “descontaminados”, para respetar la reglamentación europea en materia de reducción de emisiones.