China anunció un plan para permitir automotrices con capital totalmente extranjero en un plazo de cinco años, con lo que pondrá fin a las restricciones que han avivado una disputa comercial con Estados Unidos y han tensado las relaciones con otros socios comerciales.
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Esta decisión supondría la eliminación de las normas que requerían que las firmas automovilísticas extranjeras presentes en China trabajaran a través de socios locales de propiedad estatal, lo que les obligaba a compartir su tecnología con competidores potenciales.
No quedó claro por el momento si el anuncio si ayudará a ablandar la postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que había amenazado con subir los aranceles a las importaciones chinas valoradas en 150.000 millones de dólares, en respuesta a las quejas de que Beijing presiona a las empresas extranjeras para que entreguen su tecnología.
Los fabricantes de automóviles estaban esperando detalles desde que el presidente chino, Xi Jinping, anunció la semana pasada en un discurso que las restricciones a la propiedad se reducirían y que se reducirían los aranceles a la importación de automóviles.
Los límites a la propiedad extranjera de fabricantes de vehículos eléctricos se retirarán este año y se adoptarán medidas similares para los productores de vehículos comerciales en 2020 y de vehículos de pasajeros en 2022, explicó la comisión de planificación del gobierno.
«Tras un periodo de transición de cinco años, se eliminarán todas las restricciones a la propiedad», dijo el anuncio de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.
Hasta ahora, multinacionales como General Motors Co. y Volkswagen AG no podían tener más del 50% de un emprendimiento conjunto con un socio chino y podían invertir en un máximo de dos sociedades conjuntas.
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Los fabricantes de automóviles accedieron a cambio de tener acceso al enorme mercado chino, que en 2009 superó a Estados Unidos como el más grande del mundo por número de vehículos vendidos. El año pasado, las ventas de sedanes, camionetas SUV y minivans totalizaron 24,8 millones de unidades, de las cuales cerca del 55% fueron de marcas estadounidenses, europeas, japonesas y coreanas.
Marcas nacionales independientes como Geely -propietaria de la sueca Volvo Cars-, la fabricante de vehículos todoterreno Great Wall y la marca de coches eléctricos BYD Auto están desarrollando tecnología y aumentando sus exportaciones.
Geely compró una participación de casi el 10% en Daimler AG, convirtiéndose en el mayor accionista de la automotriz alemana y ganando influencia para impulsar el intercambio de tecnología. El grupo estatal Dongfeng Motor Group, que tiene empresas conjuntas con Nissan Motor Co. y otras marcas, adquirió una participación del 14% en la empresa francesa PSA Peugeot Citroen en 2014.
«Compañías chinas como Geely y Great Wall tienen poder financiero y recursos tecnológicos», dijo el analista de la industria John Zeng, de LMC Automotive. «No es como hace 10 años, cuando las marcas extranjeras tenían una gran ventaja tecnológica», agregó.
Dijo que el último cambio es parte de los intentos de Beijing para acelerar el desarrollo de vehículos eléctricos, que tienen un papel central en los planes industriales del Partido Comunista en el poder.
China es el mercado de vehículos eléctricos más grande del mundo, con un aumento de ventas el año pasado del 53% con respecto a 2016, a 770.000 vehículos. Beijing está utilizando cuotas de ventas y normas de eficiencia de combustible para presionar a los fabricantes de automóviles de todo el mundo para que ayuden a los proveedores locales a desarrollar tecnología de baterías.