Si quieres dar rienda suelta a tu espíritu aventurero, un paseo en auto por la arena es un panorama que suena tentador. Sin embargo, lo fundamental es hacerlo con seguridad y teniendo en cuenta todos los elementos suficientes para que la idea no termine entrampada.
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Lo primero es considerar la presión de inflado de los neumáticos. Mientras en ruta se usa una presión que ronda las 32 libras (dependiendo del modelo) y en ciudad es cerca de las 30, para la arena hay que bajar ostensiblemente el índice: si el auto es 4×4, debe estar entre las 18 y las 20 libras; si es 4×2 o tracción simple, 12 a 15. Esto es para ensanchar la pisada del neumático. Hay que recordar que la presión se mide en frío, idealmente antes de manejar.
La ergonomía ayuda mucho. La posición correcta para manejar es con los brazos estirados y las muñecas a la altura del aro del volante. En tanto, lo ideal es que el manejo se haga en la mañana, ya que se conserva la humedad de la noche y se endurece la arena. Al pasar la tarde, ésta se suelta y se corre el riesgo de entramparse.
En cuanto a la forma de manejo, hay que mantener velocidad constante y no usar el freno; si se pierde adherencia, no hay que sobreacelerar. Además, evita el agua salada porque podría corroer piezas.
Al finalizar el paseo, se recomienda lavar la parte baja de la carrocería, la suspensión y cambiar el filtro de aire, ya que se satura y ensucia rápidamente con arena. La mejor forma de hacerlo es utilizando aire y agua a presión; si se lava a mano, es importante tener mucho cuidado de no utilizar trapos y esponjas duras para no levantar la pintura al frotar.
No esperes para lavar tu auto. Con el calor del verano, si no eliminas la suciedad en tres o cuatro días, quedarán manchas en el vehículo. Lo más recomendable es lavarlo al atardecer y no a pleno sol porque, al secarse, el cloro o la sal del agua pueden dejar también manchas en carrocería y cristales.