Según datos de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), durante 2017 más de 400 accidentes ocurrieron por fallas mecánicas y uno de los más comunes es el fallo en los neumáticos, los cuales pueden quedar dañados o rotos en algún imprevisto.
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Por esto, Goodyear enseña cuándo y por qué hay que cambiar las gomas del vehículo o hacerles una mantención, si corresponde.
- Bordes disparejos: se debe a un desgaste desigual y su origen está en una falla por golpe. Podría arreglarse con una alineación del vehículo. Si no se realiza, afectará el desempeño y duración del neumático, pudiendo incluso dificultar el control del automóvil y generar un accidente.
- Protuberancias: aparecen en el costado del neumático y también pueden ocurrir por golpes como subidas bruscas a veredas o pasos fuertes en un lomo de toro, dañando internamente la goma. El neumático pierde aire, por lo que podría ser necesario un cambio.
- Presión baja: un neumático con poco aire aumenta el consumo de combustible, pierde su capacidad de frenado y agarre, afecta la estabilidad del auto y su vida útil se ve severamente disminuida.. Se recomienda poner el índice de presión que el fabricante aconseja.
- Presión alta: si la presión excede lo recomendado, el gasto se concentra en el centro porque es la parte que toma contacto con el pavimento. Al igual que con presión baja, el frenado y agarre se ven afectados, por lo que se recomienda medirla cada un par de meses con las gomas frías.
- Fracturas: un golpe más fuerte puede fracturar la estructura, generando una fuga de aire. Este caso crea un escenario altamente peligroso, ya que el conductor se expone a la pérdida de control del auto al pasar por alguna irregularidad del camino. El cambio es obligatorio.
- Incrustaciones: a veces, algunos objetos en el camino se meten en la goma del neumático, los que dañan la banda de rodamiento. Éstos pueden crear pinchazos si el objeto es puntiagudo; si ocurre, hay que cambiar el neumático y detener el uso porque podría generar daños irreparables.
