En plena quinta temporada, La Fórmula E no sólo demuestra que es una categoría sustentable en lo ecológico, su leit motiv, sino también en términos de su desarrollo deportivo. Con unos autos nuevos, con una estética futurista y con personalidad propia, con autonomía y potencia suficientes para brindar un buen espectáculo, tres ganadores diferentes en tres citas en esta temporada, pilotos de tres escuderías diferentes, con un ganador en el e-Prix de Santiago como el inglés Sam Bird, proveniente de una de las dos escuderías privadas entre las once existentes, de los que diez han sumado puntos en lo que va del año, hablan de la buena salud de la serie de monoplazas eléctricos. Que haya paridad, siempre será positivo.
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Pero la carrera en la capital chilena suma más certezas.
La nueva escenografía que planteó la segunda visita de la serie de carreras urbanas confirmó que puede convertirse en la casa permanente de la F-E cuando visite el país.
El Parque O´Higgings demostró ser una locación precisa. No sólo para recibir la logística de la competencia sin alterar demasiado la vida de los capitalinos. También desplegó un trazado que, en la previa, los pilotos calificaban de entretenido. Eso pese a que el de 2018 era halagado por quienes ahí corrieron. Ahora, salvo algunos problemas con un sector que recibió una carpeta asfáltica especialmente para la carrera y que se degradó considerablemente sobre el final de la prueba, cuestión que consignó el exF1 Stoffel Vandorne, el propio belga también aseguró que “el circuito era muy técnico, muy bueno”. O sea, es cosa de mejorar ciertos aspectos técnicos de la superficie de rodado. Porque otra voz reconocida, como el brasileño Felipe Massa aseguraban que “la organización estuvo perfecta”.
Escenario, entonces, hay. Y ganas de mantener a estas latitudes en el calendario también, tal cual manifestaba permanentemente tanto Alejandro Agag como su socio Alberto Longo, los fundadores de la F-E. Y es que al margen de que hay un año más de contrato garantizado, las elecciones municipales del próximo año bien podrían ayudar o complicar que Chile se siga recibiendo competencias de la categoría eléctrica que, al margen del calor ambiente imperante el sábado, resultó impecable.
Y aún el factor climatológico resultó un punto a favor de la ciudad sede de la tercera fecha de la F-E. Con 48 grados de temperatura en el asfalto, los autos fueron sometidos a una exigencia nueva y extrema para estos coches de segunda generación, generando un desafío extra tanto para los ingenieros y mecánicos en los pits, como para los pilotos. Porque en estos monoplazas de carreras, el sobrecalentamiento de las baterías no hace que se pierda potencia, sino que superando cierto grado, el auto derecha y simplemente se para, con lo que la administración de este tipo de factores exigía al máximo las destrezas de todos.
La evaluación no puede ser mejor, entonces. Chile vuelve a situarse como un sitio válido para recibir eventos tuercas de primer nivel. Y es el primero del año. En abril, nos visita por primera vez el World Rally Championship. Eso representa otros desafíos, partiendo por lo que implica llevar una carrera de esta relevancia a regiones. Concepción, en todo caso, goza de caminos excepcionales para el desarrollo de esa disciplina. Pero ya llegará el momento de proyectar esa competencia. Por ahora, la Fórmula E nos deja sólo certezas. La de estar frente a una categoría relevante, y que ha encontrado su sitio en Chile.