A fines de febrero de 2000, el Campeonato Nacional de Rally daba un importante giro. Ya en 1998, varios entusiastas de la actividad como Alejandro Schmauk se habían agrupado para que la especialidad recobrara fuerzas, haciendo un reglamento a través del cual todas –o casi todas- las marcas de auto tuvieran un modelo que pudiera ser competitivo y, de ese modo, atraerlas a este deporte. Pero ese primer verano del nuevo siglo señaló un hito. Un auspiciador importante y una productora se hicieron cargo del torneo, convirtiendo las carreras en un auténtico evento. Pero, en rigor, la historia parte mucho antes. Y que el World Rally Championship llegue a disputar al sexta fecha del calendario 2019 tiene su origen en la idea de unos jóvenes que, en 1972, creyeron posible introducir este tipo de competencias en Chile.
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Fue exactamente hace 47 años cuando el primer rally se disputó en el país. Curiosamente, un 13 de mayo, se hizo la carrera inaugural de esta especialidad. Y, para llegar a concretarla, hubo una serie de afortunadas coincidencias que llevaron a este deporte a debutar y congregar pasiones.
La primera aproximación de los fanáticos tuercas nacionales con esta especialidad que mezcla dos ramas del automovilismo, como es la velocidad y la regularidad, se vivió en 1970. En tiempos donde el Turismo Carretera y el automovislimo de velocidad se desarrollaba alternando circuitos cerrados con tramos de la incipiente carretera, pasó por territorio nacional el Rally Londres-México.
En la caravana, venían nombres míticos, como el de Clay Regazzoni, al mando de un Mercedes, o el de Hannu Mikkola, en un Ford Escort RS, con el que el finlandés terminaría ganando esa edición de la carrera, que tuvo un día de descanso en la capital chilena, con parque cerrado en la esquina de Huérfanos con Bandera, en pleno corazón de Santiago. La caravana de autos, luego, siguió su frenetíca ruta hacia el norte por caminos secundarios, ante la incomprensión de los directivos del Automóvil Club local, que no entendían a este grupo de extranjeros que preferían andar por rutas alternativas en vez de la vía principal, recientemente pavimentada.
Luego de esa primera aproximación, vendría el debut del rally en Chile, que se generó, como ya está dicho, por una serie de coincidencias.
En 1972, un joven Eliseo Salazar volvía de Estados Unidos de su intercambio estudiantil. Con apenas 17 años, el que se convertiría en el único piloto chileno en llegar a la Fórmula Uno hacía una escala en su retorno al país en República Dominicana. Su padre era presidente del automovilismo nacional, lo que le había valido conocer a Timo Pimentel, dirigente dominicano, quien durante su breve paso en la isla del caribe le ofreció correr el Rally de la Montaña.
Salazar participó como navegante de Rafael Aguayo, y terminó seducido por esta novedosa especialidad.
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Así que tan pronto llegó a Chile, empezó a entusiasmar a los medios de comunicación, para que prendieran con la idea de realizar la primera competencia de estas características, promoviendo la inscripción con letreros en El Faro de Apoquindo y a través de panfletos en el Paseo Ahumada.
La convocatoria resultó todo un éxito: a una reunión informativa llegaron cerca de 500 personas, y terminaron inscribiéndose más de 200 para tomar la largada.
Para concretar la idea, Salazar sumó al propio Schmauk y a Jaime Pilasi, quien gracias a su formación de ingeniero fue clave en el desarrollo de la carrera, haciéndose cargo de la compleja tarea del cronometraje.
Pilasi -padre de Matías, piloto contemporáneo de rally- contó con la ayuda de José Asenjo, Luis Cádiz y Juan Amaro.
Para ordenar la competencia, los autos se dividieron en dos categorías, de 0 a 850 cc, y de 850 cc y más. La carrera contemplaba 300 kilómetros de recorrido, divididos en los tramos Santiago, Peñaflor, María Pinto, Curacaví, Cuesta Zapata, Casablanca, Lo Vásquez, Villa Alemana, Limache, Olmué, Cuesta La Dormida, Til-Til y Santiago, donde se disputarían dos primes cronometrados: el primero de 17 kilómetros por la Cuesta Lo Vásquez, y el segundo en La Dormida, de doce.
Con 265 pilotos inscritos, tomaron la partida 208 coches (90 en la serie chica y 118 en la mayor), separados por un minuto de intervalo. Entre los competidores, figuraban las máximas figuras del automovilismo nacional: Eduardo Kovacs, Luis Gimeno, Juan Gac, Gojimir «Goico» Maslov, Tito Comparini, Patricio Fernández y Ney Kerestegian, entre otros, quienes debían presentarse a las 9.30 de la mañana del sábado 13 de mayo en Santa Rosa de Las Condes, donde estaba el parque cerrado.
A las 10 de la mañana, arrancó el primer auto rumbo a Cerrillos. Era el Fiat 125 de Kerestegian.
Para la anécdota quedará que mientras aún largaban en el antiguo recinto de la Universidad Católica colindante con el Río Mapocho ya había autos cruzando la meta final de la competencia, o que los cálculos de tiempos debió hacerlos Pilasi y su equipo a mano. O que José Ortigoza se incribió con un Camaro pero corrió en un Dodge. O que Fernando Jaureguizar, directivo de
la regularidad, participó con Escarabajo de su esposa, sin tener una buena excusa para explicarle cómo había volcado el coche. O que Gac rompióel cárter de su 125 al bajar la rampa de largada, debiendo abandonar antes de llegar a Peñaflor…
Finalmente, el puntarenense “Goico” Maslov, en un Ford Ranchero y con Roberto Iglesias como copiloto, se impuso en la serie mayor y se inscribió como el ganador del primer rally en Chile.
Se alcanzaron a hacer un par de carreras más antes de que el Golpe de 1973 produjera un corte en la actividad, que volvió con fuerza al escenario en la década de 1980, de la mano de una tabacalera como auspiciador principal de la categoría. Y luego, tomando el impulso del reglamento de 1998, asoma Mobil de la mano de la organización de Horta Producciones para darle un reimpulso a la actividad desde 2000, cuando el sueño de tener una fecha del WRC empezó a tomar cuerpo año tras año, partiendo por dos categorías, la N2, de autos de hasta 1.600 cc., y la N4, que comenzó con siete autos y siendo sólo monomarca Subaru Impreza. Así se corrió la primera fecha, a fines de febrero en la Región de Valparaíso, abriendo la fiesta con una superespecial nocturna en el estero Marga Marga, que por un tiempo se convertiría en un clásico del torneo.
Pronto se sumaría la N3 y, posteriormente, se abriría la N4 y comenzaría un periodo de gloria para Mitsubishi con sus Lancer Evolution. Y, en 2013, las categorías de producción, las N, empiezan a dejar paso a las R, de autos más bien prototipo, hechos para la competición, partiendo por la R3. Ahí, el Mundial estaba ya muchísimo más derca de nuestro territorio (mira las fotos de la evolución del rally desde 2000 en adelante pinchando acá).
Hoy, el rally chileno cumple 47 años con una fiesta tan grande como merecida.