Como los lentes Una analogía útil sobre la medicación en el déficit atencional. Gafas: Te enteras de que tu hijo necesita lentes. No hay test de sangre y las pruebas oculares son subjetivas (basadas lo que dice el niño). Tú puedes decidir que realmente no quieres que tu hijo use lentes, entonces buscas alternativas. Opciones: Podríamos sentar al niño cerca del pizarrón, darle libros de letra gigante y hacer que alguien camine junto a él para que navegue el entorno. O podríamos ponerle unos lentes.
Los niños experimentan muchos problemas con el déficit atencional, algunos involuntariamente causados por sus padres. No me malinterpreten, son padres con buenas intenciones, son aquellos que entran en mi oficina y dicen: “No voy a drogar a mis hijos”. No se les puede culpar, todos los meses aparece un estudio sobre la medicación y sus peligros o beneficios.
He descubierto, en los 25 años que llevo trabajando con niños, que la medicina tiene un efecto muy positivo en niños con problemas de hiperactividad. La mejora en su atención, concentración y comportamiento puede ser asombrosa. Es como si te dijeran que tu hijo tiene diabetes y necesita insulina ¿Discutirías eso? ¡No! ¿Por qué? Porque puede ser medido, puedes tomar una muestra de sangre y comprobarlo. ¿Y entonces por qué los padres se resisten tanto a los medicamentos? Por distintas razones que comprendo y respeto. La primera, es que este trastorno no siempre es entendido por lo que es: un desequilibrio químico. La razón por la que los niños tienen problemas de hiperactividad, incluyendo dificultades para prestar atención o quedarse quietos, es porque no están produciendo la cantidad correcta de químicos en sus cerebros.