30 niños asisten a clases en “Egalia”, donde incluso los libros son seleccionados cuidadosamente para no imponerles estereotipos.
La institución, inaugurada el año pasado en el distrito de Soldermalm, es uno de los ejemplos más radicales de los esfuerzos suecos para promover la igualdad de género desde los primeros años de la infancia.
“La sociedad espera que las niñas sean frágiles, gentiles y bonitas y que los niños sean machos, ásperos y extrovertidos. En ‘Egalia’ les damos la fantástica oportunidad de ser quienes quieran ser”, afirma Jenny Johnsson, una de las profesoras.
Pronombres como “ella” o “él” son evitados por los profesores, quienes prefieren usar términos que sirvan para ambos sexos en la lengua local. Muñecos pedagógicos llamados “emotion dolls” (muñecos de emociones) no tienen tampoco distinción de sexo.