El equipo, que trabaja con ratones, removió en algunos de ellos dos genes encargados de controlar la proteína quinasa. Así, comprobaron que los ratones sin los genes no eran tan activos como los ratones que aún conservaban esos genes.
PUBLICIDAD
“Los ratones eran idénticos a sus hermanos o hermanas , pero en cuestión de segundos se sabía cuáles tenían los genes y cuáles no”, asegura Gregory Steinberg , profesor a cargo del estudio.
Los investigadores descubrieron que los ratones sin los genes tenían niveles mitocondriales más bajo – a menudo las mitocondria son descritas como plantas de energía celular – y sus músculos eran menos capaces de absorver glucosa al hacer ejercicio.