Una fumadora empedernida se somete al “gurú de la respiración”

¿Puede Alan Dolan, quien cree en las propiedades curatorias de la respiración, ayudarla? Enviamos a nuestra paciente a su consulta: éste fue el resultado

Cuatro millones mueren al año por consumo Las cifras de fumadores y por tanto de muertes por consumo de tabaco han crecido enormemente du­ran­te los últimos diez años. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, cuatro millones de per­­- sonas mueren anualmente por consumo de tabaco. Pero lo que es aún más preocupante son las proyecciones que hace la entidad, las cuales establecen que en 2020 el número de muertos cada 365 días a nivel planetario alcanzará los diez millones. Los números son, a todas luces, llamativos: el 36% de los hombres en el mundo fuma, mientras que en las mujeres es un 26%.  

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Karin Wertemberg tiene 26 años y lleva fumando cinco cigarrillos diarios desde hace tres años. Ya son cinco las veces que ha intentado dejar el vicio, pero no le ha dado resultado. Su hábito la deja sin respiración cada vez que sube las escaleras, aun­que independientemente de eso se considera una mujer sana. En­tonces la derivamos a Alan Dolan, un “gurú de la respiración” que asegura que su “terapia respiratoria es una forma segura y po­de­rosa de cargar el cuerpo con el oxígeno y la energía necesaria, activando así nuestro propios sistemas de sa­na­ción (muchas veces agotados) en el aspecto físico y emocional o sicológico”. ¿Qui­zás él pueda ayudarla a respirar mejor?

Wertemberg cuenta có­mo le fue: “Alan comenzó relajando mi espalda, lo que fue genial. Luego empecé a sentir una sensación de tintineo. Comenzó por mi pe­cho, luego se fue a los brazos y empecé a marearme. Por un instante sentía que me iba a dar un ataque de ansiedad. Era como si no pudiera respirar, o como si hubiera mareada de borra­cha. Luego la sensación llegó a las manos y luego a mis dedos. Definitivamente sentía un flujo de energía que recorría todo mi cuerpo, lo que me dio miedo. Apa­ren­temente, todo venía des­de mí misma. Me pidió que man­tuviera mis manos en el abdomen, la boca abierta y que inhalara profundo para que mi panza se inflara co­mo un globo, para luego exha­lar”, cuenta.

“Me costó mantener una respiración constante y que el aire saliera sin esfuerzo. Pero aún así me ayudó a relajarme y liberar tensión del cuerpo. Una vez que termi­né, aparte de sentirme relajada notaba más concen- tra­ción y equilibrio en mí. Pero al día siguiente no noté ningún tipo de cambio en mis pulmones, no había mu­cha diferencia”, agrega.

“Empecé a fumar menos desde la sesión, quizás por­que el gurú me hizo pensar sobre sentirme más aferrada y segura con mi cuerpo. Si fuera a sus sesiones cons­tantemente, lo más probable es que incluso fumara mucho menos, porque en ese momento podía sentir cómo mi conciencia iba mutando”, cierra.

¿Sabes qué tipo de respirador eres?

Si alguna vez tuviste clases de ciencia, sabes que respirar im­plica un intercambio de gases. Las células utilizan al oxígeno como combustible, expulsan­do dióxido de carbono como desecho. Pero hay una forma para hacerlo correctamente, asegura Alan Dolan, el gurú de la respiración.

“La clave es respirar profundamente hacia el abdo­men, usando el diafragma pa­ra expandir la respiración”, dice. Entre sus beneficios a nivel físico: sólo usamos el 25% de nuestra capacidad pulmo­nar. Si la aumentamos a un 70-80%, entregan más oxígeno a los pulmones, mejor los niveles de energía, acelera el sistema inmune y disminuye el estrés. “La mayoría de noso­tros respira descoordinadamente. Inhalamos, exhalamos, pausa; exhalamos, pausa. No debe­rían haber pausas, la respira­ción debe fluir”, explica Dolan. Una vez que logramos el flujo, experimentamos un cambio en la energía corporal. Nuestra respiración se sincroniza por arrastre, una teoría básica de la física. Cuando hay dos o más frecuencias (de aire) en la mis­ma zona, la frecuencia más baja se iguala a la mayor al aumentar la energía vibracio­nal del cuerpo.

¿Qué tipo de respirador eres? Respirar a través del pe­cho agita el sistema nervioso, mientras que la respiración abdominal lo relaja. “Ochenta por ciento de la gente respira desde el pecho, 20% desde sus barrigas”, asegura Dolan.  

“Quienes lo hacen desde el pecho toman respiros más cor­tos, usando sus hombros en vez del diafragma, por lo que es más probable que sean ansiosos o estresados. Quienes lo hacen desde el abdomen no alcanzar a utilizar el tórax y el pecho”. La clave es evitar el desequilibrio energético y lo­grar estar en un punto intermedio.

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