Nadie conoce la fecha de su muerte, pero la ciencia ha logrado al menos determinar la hora más probable en que se puede producir el deceso de un adulto.
Un estudio publicado por la revista Annals of Neurology (EEUU) y rescatado por La Tercera, señala que el horario en que hay probabilidades de morir es a las 11 de la mañana.
Obviamente, la investigación menciona que esto se produciría por causas naturales, pero también se relaciona a la genética, ya que existe una variante común en los genes que afecta los ritmos circadianos, que corresponden a ciertas oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo, es decir: se trata de una viariación rítmica que experimentan las personas, asociada a un cambio ambiental rítmico.
Por ejemplo, el autor menciona el caso del desuso del despertador cuando llega la vejez por causas como jubilación o simple abandono de laburo. Cuando la persona se desprende de eso, nos estamos desprendiendo de nuestro “ritmo vital marcado”, motivo por el que nuestro ritmo biológico toma relevo, y, dentro de esas probabilidades, es más común que las personas puedan morir durante la mañana.
Los ritmos circadianos regulan cosas como los períodos de sueño y el tiempo máximo de rendimiento cognitivo, además de los estados en que estamos más propensos a experiementar un evento médico agudo, como un derrame cerebral o un ataque al corazón.
