Millones de vidas se han salvado gracias a ellos. Y muchas enfermedades que en algún momento fueron consideradas graves hoy han pasado a ser un problema menor y fácilmente abordable. Hace 93 años, el médico británico Alexander Fleming descubrió los efectos del hongo Penicillium notatum como oponente a la presencia de bacterias. Obviamente, tras la penicilina han ido apareciendo otros antibióticos más eficaces frente a determinadas bacterias, en especial porque éstas han encontrado la fórmula para contrarrestar sus efectos.
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Las bacterias tienen una gran capacidad de adaptación y cuando logran hacerse resistente a un antibiótico pueden, incluso, traspasar esa resistencia a otras bacterias. A ello contribuye también el mal uso de los antibióticos, porque si estos no las eliminan del todo es muy probable que las bacterias se vuelvan más resistentes a su efecto.
Hoy, por ejemplo, la Clindamicina, la Gentamicina y el Nefersil son medicamentos de uso corriente en pacientes que necesitan combatir una infección bacteriana en el caso de los dos primeros y a afecciones neurágicas este último.
“Los antibióticos no son todos una misma cosa, tienen usos diferentes para distintas situaciones donde el denominador común sea la infección”, señala el doctor, y especialista en enfermedades broncopulmonares, Eduardo Jerez, médico jefe de Pediatría en la Clínica Red Salud Santiago. Y agrega que “existen tópicos (para la piel), orales, endovenosos y algunos se administran por vía intramuscular. Deben ser prescritos por profesionales de la salud y con receta, ya que el uso automedicado de los antibióticos puede ser altamente inapropiado y causar alergias, afectar la microbiota intestinal y generar resistencia bacteriana”.
“Ejemplos de alguno de ellos es la Clindamicina, que se usa en el tratamiento de infecciones crónicas de las vías respiratorias altas, en infecciones serias por gérmenes como estreptococos, neumococos y estafilococos. También es especialmente efectiva en infecciones por anaerobios en proceso de tipo supurativo en vía aérea, infecciones de piel incluyendo acné, forunculosis, celulitis, etc. y también ginecológicas, como endometritis, infección de la cúpula vaginal y absceso tubo ovárico y salpingitis. Su uso debiera reservarse para pacientes alérgicos a la penicilina u otros para los que, a juicio del médico, una penicilina resulta inadecuada”.
Sobre la Gentamicina, antibiótico del grupo aminoglucósidos, indica que “tiene presentaciones para infecciones del área renal, pero especialmente su uso se encuentra en el ámbito de las infecciones externas, oftalmológicas, en forma de gotas y ungüento y de la piel, en cuyo caso se presenta en forma de ungüento o crema de manera aislada o en forma combinada con corticoides tópicos”.
Dice que hay otros medicamentos que impactan otras necesidades de tratamiento, como es el caso de los analgésicos antiinflamatorios, llamados no esteroidales. “Entre ellos se encuentra el Clonixinato de Lisina (Nefersil ®), producto validado desde hace mucho en el mercado de los analgésicos de cuadros de cefaleas, dolores musculares, articulaciones. Otalgia o dismenorrea. Tiene, además, efecto antifebril, y sus presentaciones de tipo ‘fast’ han facilitado el alivio rápido de cualquier proceso en que el dolor es el síntoma principal”.
Finalmente, aconseja no utilizar un antibiótico sin prescripción médica. “Un antibiótico que te fue útil la última vez no tiene por qué serlo ahora, ya que la bacteria puede ser distinta, aunque tengas síntomas parecidos. Es imprescindible que consultes siempre a tu médico antes de tomar antibióticos”.
Otros consejos son cumplir siempre con la duración y la dosis que te haya indicado tu médico. Si interrumpes el tratamiento antes de tiempo o la dosis no es la adecuada, habrá bacterias que tengan contacto con el antibiótico pero no serán eliminadas completamente.
Ah, y muy importante: no utilizar antibióticos para luchar contra infecciones causadas por virus, porque son completamente ineficaces. Usarlos para combatir, por ejemplo, una gripe, provocará que las bacterias presentes en tu cuerpo en ese momento tengan un contacto con el antibiótico, lo cual les permitirá hacerse resistentes.