El puro hecho de mover el cuerpo libera endorfinas, lo que nos da ánimo. Si sumamos la consciencia de una postura corporal que permita que los diversos sistemas corporales funcionen al máximo de su potencial, tenemos un apoyo tremendo para nuestra vitalidad y equilibrio.
Pero la postura saludable nos promete aún más beneficios: químicos nos invaden al tener la columna erguida y los hombros atrás para darnos una sensación de mayor confianza. Y, según la neuro-ciencia, la imagen de nosotros cambia positivamente en una postura equilibrada y calma la mente.
Al alinear correctamente nuestro cuerpo, se libera energía que usamos si estamos fuera del eje para luchar en contra de la gravedad y contra los dolores que puedan crearse en las articulaciones o tejidos.
Al tener consciencia corporal se puede relajar, lo que no solamente sirve para poder respirar más tranquilamente, sino también para aprovechar la gravedad y bajar el tono muscular, sintiéndote enraizado, estable y disponible.
Una postura neutral nos permite movernos hacia todos lados con la misma facilidad, lo que significa que puedo cambiar mis hábitos conductuales con facilidad, reinventándome al sentir la necesidad.
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