Ya con algunos días transcurridos, ¿le encuentra alguna explicación a que los dirigentes de Azul Azul no hayan honrado su palabra?
PUBLICIDAD
—No le encuentro ninguna explicación. Lógica, por lo menos, ni futbolística. Sobre todo por cómo se dieron las cosas: por mis rendimientos dentro de la cancha, por las referencias que tienen los directivos de parte de toda la gente que trabaja en el club, de los compañeros y del staff. Se me hace difícil encontrar una razón lógica. También se me hace difícil pensar que los máximos emblemas del club, como son el expresidente, el actual presidente y el director deportivo, no puedan cumplir su palabra. Si los máximos referentes de una institución no pueden cumplir su palabra, qué queda para el resto… Son cosas a las que no les encuentro explicación y que nunca me había tocado vivirlas.
¿Cree que le perjudicó la amistad con Walter Montillo y que Sergio Irigoitía sea su representante, el mismo de la “Ardilla”?
—No creo que me haya perjudicado mi amistad con ellos. El ser “juzgado” pasa exclusivamente por cuestiones deportivas y por cómo se comporta uno en el día a día, qué referencias tienen los directivos de uno, y me conocieron en estos dos años. No creo que eso haya tenido injerencia, pero ellos son personas muy capaces y, sobre todo, éticamente intachables, lo que es clave para mí para trabajar con ellos.
¿Por qué la salida de Walter y la suya han terminado siendo tan traumáticas, pese a que la lógica indicaba que la renovación era lo obvio?
—Son situaciones distintas. Walter dijo que no quería jugar en otro club que no sea la “U” y que se iba a retirar ahí, pese a que -creo- pudo seguir jugando un tiempo más. A ambos nos prometieron seguir, pero a él le enviaron el contrato cuando dijo que se iba. En esa situación nos mintieron a ambos, y siempre la misma persona. Ésa es la única similitud entre los casos. En el resto, hay cosas bien diferentes.
En entrevista con El Mercurio, dice que los nuevos dueños de Azul Azul están en tránsito en el club, haciendo una pasada económica. ¿En qué nota eso? ¿Hubo algún cambio en la administración desde la presidencia de Cristian Aubert a la de Michael Clark?
PUBLICIDAD
—Fue lo que me manifestó Aubert: que se encontraron con un panorama bien diferente al que ellos pensaban. Eso me hizo mucho ruido, porque si uno invierte tanto dinero, debe estar al tanto de las circunstancias. Me llamó mucho la atención en una de las dos o tres reuniones que tuve con él. Y el cambio fue que Aubert era un presidente ausente. Eso cambió con Clark que, en ese sentido, sí vino desde que asumió, aparecía mucho (por el CDA).
Vamos a lo deportivo: ¿Por qué un año que comenzó pintando para tranquilo terminó con todo el drama del cuasi descenso?
—Se dieron muchos cambios. Tenía la ilusión de pelear el torneo, como todos mis compañeros… Digo, mis excompañeros. Hubo un momento en el año en que teníamos que ganar para mantenernos arriba, no pudimos y, a partir de ahí, caímos en una seguidilla de malos resultados que nunca pudimos revertir.
Si bien da la impresión de que el ciclo de Rafael Dudamel terminó incluso después de lo debido, porque se veía un evidente desgaste del camarín respecto del DT, el equipo se vino sistemáticamente para abajo después de su salida. ¿Cómo se puede explicar eso?
—Hay muchas aristas, entre las cuales está que hubo un entrenador que empezó el campeonato, pero la gente no estaba convencida de él. Algunos directivos sí, pero otros no. Hubo problemas con los refuerzos, que el técnico no los había pedido, y el propio entrenador se los dijo a los mismos jugadores. Ya partimos un poco de manera incorrecta. Después, vino otro entrenador. Luego, un tercero. Así se fueron dando varios cambios. Entremedio, el club cambia de dueño, con una gran incertidumbre propia de un cambio así. Después, por supuesto, lo más importante es que el equipo no estuvo a la altura, ninguno rindió lo que se esperaba de nosotros como equipo.
Dudamel acaba de ser campeón en Colombia. Desde afuera, daba la impresión de que su manejo del grupo era precario, y el equipo tampoco jugaba bien ni tenía sello. ¿Qué impresión tiene de él? ¿Estuvo bien que se fuera de la “U” cuando lo echaron?
—Mi impresión es que no sé si Dudamel estaba convencido de quedarse, porque no tuvo total autoridad cuando se hicieron las incorporaciones, y lo dejó bien claro cuando empezó el campeonato. Los directores deportivos anteriores y algunos miembros del directorio no estaban convencidos de él. Tampoco la gente. Muchos de los jugadores no creían en su liderazgo, pero por supuesto que queríamos ganar y, pese a que había muchas cosas que no nos gustaban, siempre tiramos para delante. Se dieron muchas circunstancias. De él había cosas que no me gustaban, que se las dije cuando me preguntó. Es un técnico que mantiene muy buen orden defensivo, pero que, a partir de su etapa de la “U”, costaba que generáramos fútbol y que llegáramos con mucha gente en ataque. La impresión que tengo es que quería armar el equipo de atrás para adelante, pero nunca llegó a dar el siguiente paso. Desde el liderazgo, me parece que equivocó mucho los caminos y hubo cosas que a mí, particularmente, no me gustaron. Varios manejos, no conmigo, pero no porque haya tenido buen manejo conmigo no me voy a dar cuenta de que se haya manejado mal con otros compañeros.
Ya que hablamos de Montillo: su reemplazante, Marcelo Cañete, nunca estuvo a la altura de las circunstancias. ¿Tiene explicación?
—Marcelo tuvo buenos pasajes de fútbol, pero, lamentablemente, nunca pudo dar todo su potencial. Sin duda, es un grandísimo jugador, le deseo todo lo mejor, porque no sólo es un gran profesional, sino una grandísima persona. No tengo dudas de que si se queda va a lograr dar todo su potencial o, si se va, lo hará donde juegue. No tengo ninguna explicación por la cual no haya llegado a su mejor versión, pero tiene todo el potencial para hacerlo.
Por último, con todo lo vivido, y como se están manejando en la “U”, ¿cómo anticipa que será esta temporada, ya que ni siquiera tienen para conformar una oncena con profesionales ahora mismo?
—Ni me puse a pensar en eso. Estoy pensando en mi futuro que en lo que viene para la “U”. No estoy en condiciones de dar ninguna apreciación, porque no sé qué es lo que va a pasar, no sé quién llega, quién se va, no conozco el nuevo entrenador y, así, es difícil tener una impresión de lo que viene y el porvenir que va a tener la “U”.