Qué duda cabe de que Arturo Vidal no tuvo la intención de ponerle los toperoles en la cara a Félix Torres en la fatídica noche ante Ecuador en San Carlos de Apoquindo, como tampoco Gabriel Jesus quiso hacer lo propio con Eugenio Mena en la última Copa América. Castigos: tres fechas para el chileno y dos para el brasileño, siguiendo la línea del descriterio que ha marcado estas Eliminatorias.
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Una falta de coherencia que también quedó evidenciada en el concepto de mano, que cambió durante el transcurso del proceso clasificatorio. A tal punto de que un mismo árbitro, el desastroso paraguayo Eber Aquino, consideró que no fue penal la de Sebastián Coates contra la “Roja”, pero sí la de Guillermo Maripán frente a Bolivia.
Eso dentro de la cancha, porque fuera de ella, los distintos protocolos de los países respecto al covid-19 se prestaron para que algunos pudieran jugar y otros no. Mauricio Isla, por ejemplo, vio acción el 4 y el 7 de octubre de 2020 por el Flamengo en Brasil, pero no un día después en la visita de Chile a Uruguay.
Hablando de coronavirus, ¿en qué estará la resolución del escándalo que protagonizaron brasileños y argentinos, con agentes sanitarios entrando al terreno de juego? Ya que están clasificados al Mundial, mejor mirar para el lado y hacerse los sordos.
Los ojos y los oídos que sí están bien atentos son los de los veedores de los partidos de la selección chilena, quienes siempre encuentran alguna razón para castigar al público. Qué escenario más ideal para la “Celeste” que jugarse una hipotética clasificación en suelo nacional sin la gente en contra.
La Selección ha cometido muchos errores, muchísimos, en esta ruta hacia Qatar 2022, pero desde ese primer duelo en el Centenario hasta el último en Calama, nuevamente con los uruguayos como rivales, le han puesto más de una piedra en el camino. ¿Fue con o sin querer queriendo?