Nicolás Peranic tiene 36 años y recién la pasada temporada debutó en Primera División. Tras un par de campañas en muy buen nivel con Melipilla -donde logró el ascenso en 2020 y destacó en 2021-, el arquero esperaba dar el salto. Sin embargo, las semanas pasaban, el interés de varios clubes no se concretaba y el nacido en Ituzaingó entrenaba en soledad, combinando el gimnasio con el trabajo específico del puesto, para estar listo cuando se presentara una oportunidad.
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Y la opción llegó, nada menos que en Universidad Católica. Llega a aportar experiencia y a disputar el puesto con el solvente Sebastián Pérez. La tarea no será fácil, pero dice estar preparado.
¿En qué momento lo sorprende este fichaje en la UC?
—Las cosas llegan siempre cuando uno hace las cosas bien. Me sorprende en uno de mis mejores momentos, sino es el mejor. A pesar de la edad, que algunos critican, porque eso es un dato, anecdótico casi, si uno se cuida, se entrena y está bien preparado. La edad te entrega experiencias y suple algunas deficiencias. Por eso, en los últimos años he venido haciendo buenas campañas. Estoy muy contento y tranquilo para afrontar este desafío.
¿Católica está copiando el modelo europeo, donde tienen arqueros veteranos para apoyar a porteros jóvenes mientras se afirman en el puesto?
—No lo había pensado así. La edad del arquero -me parece- es un tema acá. En el resto del mundo es muy normal que sean mayores de 32 años, porque es un puesto que necesita ciertas características y el esfuerzo físico que se realiza en el puesto permite rendir cuando se ha pasado el umbral de los 30. Por eso, en otros lados, es irrelevante la edad. En Europa es supernormal ver arqueros veteranos, porque lo importante no es la fecha del carnet.
O sea, no llega limitado a aportar desde afuera...
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—Vengo a tratar de ganarme un lugar, a competir con Sebastián (Pérez) y con Vicente (Bernedo), para potenciarnos entre nosotros y, después, dejarle al técnico la tarea de ver quién juega. El puesto se compite así: entrenando, estando en óptimas condiciones, para potenciarnos y ser todos mejores. Jamás me tocó ir a un equipo donde me aseguraran titularidad o suplencia. Por eso hay que dar lo mejor de uno e ir superándose a diario.
Viene de ascender y debutar en Primera, y ahora debe afrontar Copa Libertadores y pelear un inédito pentacampeonato. Suena a un par de años de muchos cambios, algunos soñados...
—Es enorme, divino, soñado... El año pasado me tocó un papel difícil, como es competir con pocos recursos contra cuadros más poderosos. Dentro de la cancha, el objetivo lo conseguimos, manteniendo la categoría. Para mí, el desafío era grande, porque debía probarme en Primera División. Creo haber estado a la altura. Ahora toca uno aún más grande, y esperando volver a rendir.